Budarest, Rumania.
19 de Noviembre de 2013.
Martes.
8:00 a.m.
Fabián: Siempre he estado en un ejército, desde que a la paridora de mi madre le dio por poner una fábrica de niños en la casa en la que vivíamos en arriendo muchos años atrás. En mi colegio tenía una guerra con mis compañeros, y lo mismo me pasó en la Universidad. Luego no supe qué hacer; quería estar en el grupo de los suicidas y un día intenté morir.
Por ahora soy parte destotro ejército, el de los sobrevivientes a los suicidas. Pero que no me mienta la ÑQS; las cifras las agrandan con un sentido corrupto. Esto me ha hervorizado, pero yo tengo esperanza de que los cerca de siete mil trescientos millones de seres humanos que vegetan en el orbe algún día reaccionen.
José Luis: Bueno, todo está listo para que su obra sea traducida al rumano; sólo le voy a pedir que me pase el dinero. Son mil ejemplares, tiene que pagarme 30 euros por cada uno. Además deme mil euros adicionales para unos gastos de la litografía. Yo sé que usted confía en mí, así que no se preocupe por nada, todo va a salir como lo planeamos. José Luis recibió el dinero y se fueron del lugar.
Fabián y José Luis salieron juntos hacia la editorial. Sin embargo, Fabián estaba muy intranquilo, porque intuía que los cambios gramaticales idiomáticos no serían los adecuados. Al llegar al lugar, entregaron el original y Fabián quedó preocupado porque no sabía si al traducirse, el mensaje quedaría idéntico. Fabián le preguntó al encargado cuándo estaba lista la traslación y el encargado le respondió que se demoraba 4 meses.
En ese tiempo los dos hombres se dedicaron a estudiar el país. Compartían una afición por la arquitectura y se fueron de paseo a conocer todas las construcciones tradicionales de madera del país. El estilo gótico le generó a José Luis una tentación; la de volverse vampiro, le dieron ganas como de beber sangre de mujeres. Por esta razón, junto a su compañero, una noche decidieron secuestrar a una joven; la destriparon y luego se le bebieron toda la sangre.
Como querían aumentar su adrenalina, siguieron haciendo esto por varias noches alcanzando a matar hasta 100 mujeres en ese lapso de tiempo. Nadie los juzgó porque siempre hicieron todo lo posible para ocultar sus crímenes. Antes de matarlas, les preguntaban qué religión o qué creencias tenían; a las que eran protestantes pero habían fornicado las torturaban hirviéndolas en aceite, pues de acuerdo con la Biblia los fornicadores y los asesinos entran en el mismo costal. Y a ellos les gustaba aplicar algunas cosas de ese libro sagrado.
Al pasar los cuatro meses Fabián fue a revisar la traslación de su libro, tenía un interés especial en varias frases; Fabián sabía algo de rumano y el significado no había cambiado nada en ese idioma. Sin embargo, mientras regresaba a su hogar se dio cuenta de que otras frases habían cambiado un poco, pero se seguía manteniendo más o menos bien el significado. Al regresar se devolvió caminando y mientras caminaba intentaba leer algunas líneas, pero le molestaba el viento sobre el rostro; como estaba haciendo mucho frío sus ojos se aguaban un poco y las hojas del libro se movían mucho con el viento, por lo que se le dificultaba harto leer.
Sólo sabía dos idiomas, español y rumano; decía que era bilingüe, pero ni siquiera su español nativo conocía bien, pues no era capaz de hablar en todas las jergas de las diferentes comunidades de los países hispanohablantes. Sólo pudo leer unas cuantas frases y se quedó pensando algunas. Cuando estaba por llegar a su lugar de residencia, dos hombres vestidos con máscaras blancas lo interceptaron y lo llevaron a una habitación en la que lo torturaron dándole puñaladas en todo el cuerpo; en las piernas, brazos, estómago, tórax y el rostro.
Fabián no quiso pensar más en su libro; no había escrito sobre la muerte, nunca pudo escribir sobre eso. Mientras se desangraba se dio cuenta de que hubiera sido mejor escribir sobre esos pocos minutos de espantoso dolor; pero en realidad su obra hablaba sobre gramática, sobre cosas sin sentido; errores gramaticales de muchos autores, como los anacolutos, es decir, “es cuando” y “es donde”. Lo último que dijo fue que explicar la muerte de un idioma a otro era una traducción errónea, pues el idioma universal es el sexo y la muerte. |