¿Por qué pelean los rastros del desierto?
Que se liberan del pasado,
Marcando así el camino insinuante,
Al futuro que salva a la carroña,
Retiene al espíritu,
Y se deshace caminando en busca de la presa,
Ellas pelean por seguir heladas.
Sin más ni menos,
Siguen constantes,
Contrastando al reflejo del sol, por la noche.
Y mientras combaten, vaga sin actuar,
El de pies halados.
¿Cómo puede evitar la tentación de permutar,
lujuria errante por armonía entrelazada?
Deja caer su regalo, y se piensa…
El tiempo no es una creación propia,
Solo una creación de esos seres,
Los de raza que lo han hecho vivir.
Así, como si nada los miedos trepan,
Trepan por el regalo de Apolo,
Dejan caer el escudo de la zurda,
Dejan caer las dagas de la diestra,
Y caen en la fantasía de detectar el frió,
La helada trae consigo, el fin de sus diferencias.
Y aun viven…
En la interminable memoria,
Y no en el castigo de Platón,
Es lo que un historiador anhela ver,
Lo que un matasanos ve todos los días.
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