Llevaba como una hora mirando al techo en busca de inspiración para contentar a sus amigos cibernéticos al otro lado del Atlántico, pero se ve que los temas estaban agotados y no sabía qué poner. Da igual pensó. aquel público es muy agradecido. Bastará, se dijo, con hacer un relato inercial sobre lo primero que se me ocurra, cuando a través de la ventana del ciber en que estaba perpetrando el relato vio pasar un perro grande que llevaba a un hombre en la boca.
Ponga lo que ponga- continuó diciéndose- da lo mismo: la realidad siempre acaba por superar a la ficción.
Fue un día corriente del que con el tiempo sólo recordaría que echaban al Barcelona por la televisión.