“te acuerdas cuando hablaban de la muerte, decían que era un futuro interminable” (1)

Después de casi cuatro horas de caminata bajo el intenso frio, y al llegar a la cúspide de la montaña, sabíamos que aquel viento y niebla no eran nada normales, aquellos caminos cambiaban, los árboles no se movían, era como una postal antigua.
Yo miraba hacia abajo, solo la niebla era mi imagen, mis zapatos se perdían, era como caminar en las nubes, sabiendo de antemano y con un fuerte vértigo que en cualquier momento podrías caer en una barranca.

¬-¿Dónde están?, griten por favor para que no nos perdamos- venía diciendo en fuertes gritos a cada minuto.

-aquí estamos- se escuchaban las cinco voces de mis compañeros, cada una más lejana de la otra.

Debo confesar que esa sensación de lejanía me asusto, y me daba más frio, pero ese frio que da cuando sabes que entras a algo desconocido.

¿A dónde íbamos?, creo que ya nadie lo sabía; anhelaba la fresca noche anterior, dentro de la choza, escuchando la algarabía de la festividad de la carne, vino en mi mesita y una chica que pague en mis piernas, ¡carne, carne, carne! Cerré los ojos para imaginar, de repente alguien dio un espantoso grito. ¡aaaaaaaaaaaaaay!

-¿todos están bien?, contesten por favor- gritaba como niño asustado

Pero como si aquel bosque se tragara mis gritos, se ahogaron en el silencio y nadie respondió.

Camine largo rato, entre la niebla, tropezándome con la larga hierva y las raíces salidas de los árboles, comencé a correr valiéndome muy poco si caía al abismo, solo quería encontrar a alguien o algo humano que me diera tranquilidad, una mochila, un zapato, algo, pero nada.
Mi carrera me llevo a un espacio vacío, los árboles lo cercaban, pero fue una alegría para mí, los
fuertes rayos del sol se filtraban por entre aquel maldito vapor, poco a poco, la niebla en aquel espacio se fue disipando, aparecieron cinco piedras, formando un circulo, cuatro pequeñas y redondas y la ultima un poco más grande en forma de plancha, me senté en una roca pequeña que estaba junto a mí, respire muy profundamente, tratando de hacer un plan para salir de ese lugar, yo no conocía nada, el guía era Marcos, pero ya ni él ni los demás estaban conmigo.

Al final de mi cavilación me recosté sobre la hierba y sin que me diera cuenta me dormí, estado que fue interrumpido por una fuerte música, al principio todo era confuso, el sueño interrumpido bruscamente y música en ese espantoso lejano lugar, pero era real, una procesión de danzantes pasaba junto a mí, la niebla me cubria como un escondite natural y ahora lo sé al contar esto que fue un escondite salvador; estaba a punto de levantarme y gritar correr hacia la bola de personas y pedir ayuda, pero me detuvo algo terrible, llevaban cinco chicas jóvenes desnudas amarradas gritando y pidiendo ayuda.
Estaba indeciso, quería ayudarlas ¿pero qué podía hacer yo? En contra de treita o más personas que formaban aquel contingente.
Todos vestidos de blanco con un especie de símbolo extraño colgando de sus cuellos; me arrastre hasta los árboles, desde ese lugar vi todo.

Comenzó una especie de rito


-hermanos, el salvador, ordeno que marcaramos nuestras manos con la sangre impura de estas mujeres para salvación de nuestra alma y la destrucción de cuerpo- uno de ellos comenzó a hablar

-¡ave, ave, ave!- gritaban todos los demás.

-el día de la carne paso ayer, hoy comienza la salvación del espíritu-

-¡ave, ave, ave!-

-¡que descienda la luz!, sienten a las mujeres en las rocas-

Sentaron a las chicas sobre las rocas y estuvieron allí largo rato, un grupo de personas que traían leña la amontonaron en el centro del círculo, las chicas lloraban y gritaban.

-hoy estas chicas tienen su primera menstruación, aquella sangre servirá para marca nuestra frente como símbolo de lo sucio que es el cuerpo y como ofrenda a la pulcritud del alma-

-¡ave, ave, ave!-

Vi como cada uno pasaba con cada chica y dibujaban una línea sobre su frente, al poco rato todos tenían cinco líneas y bailaban.

-con el fuego purgaremos nuestro cuerpo, y las mujeres morirán aquí como sacrificio al salvador, hambre y sed para después felicidad eterna-

-¡ave, ave, ave!-

-¡prendan el fuego!-

Unas personas sacaron quien sabe de donde unos contenedores grandes de una especie de aceite, uno de esos contenedores lo vaciaron sobre la leña y prendieron un gran fuego, pensé que quemarían vivas a las chicas, pero lo que me sorprendió y me aterro mas fue que todas las personas se quitaron las túnicas, había hombres y mujeres, se bañaron todos de aceite, y cada uno se hecho al fuego, comenzando por el que había tomado la voz principal toda la ceremonia, se lanzo prendió rápidamente y así en llamas se levanto y hecho a correr hacia los árboles, todos hicieron lo mismo, uno paso junto a mi riendo a carcajadas, asi como luciérnagas o estrellas pequeñas luces entre la niebla se alejaban, las chicas quedaron en silencio, y yo no pude moverme un buen rato, sorprendido y muy confundido.

Después de que se me paso el shock, note a las chicas, asi que fui a ayudarlas, al principio, se asustaron cuando me vieron, gritaron que me alejara, o que tuviera piedad de ellas, pero las tranquilice, las desate y les di a cada una de ellas una túnica para que se cubrieran del frio, les pregunte si alguna de ellas sabia de alguna salida, una respondió que conocía un atajo a un pueblo cercano que en ese lugar nos ayudarían, así que todos la seguimos.

Caminamos un largo tramo hasta que la niebla se fue quedando atrás, y ante nuestro ojos debajo de aquella colina aparecieron luces y casitas, eso me alegro muchísimo y las chicas también, corrimos colina abajo, cuando doblamos una esquina un grupo de hombres nos encontró, me di cuenta que entre ellos iban mis amigos.
Ellos avisaron que me había perdido y los pobladores organizaron un grupo de rescate, ya que entre ellos corría el rumor que en miércoles de ceniza pasaban cosas horribles en aquella montaña.

1- Fragmento de una canción del grupo Caifanes.