Migran los gansos al norte,
las horas acortan el ritmo,
aminorando toda distancia
que separa el alba del ocaso.
A veces, mi ciudad lo olvida,
deja de percibir la realidad,
bullendo de apuro el presente,
imponiendo férreos cerrojos
a toda posible contemplación.
Gestando círculos personales,
esos individuos descartables,
variedad de seres fantasmas,
calcados meridianos de apuros,
qué tienen vedado abrir los ojos
a cualquier posible despertar,
sin destino de días similares,
repetidamente homogeneizados
en la demanda de banalidades.
Que es lo que esperan a cambio?
que el mañana se repita igual?
La diferencia a eso es la locura
de facilitarnos días periféricos.
Lo otro de la cultura hoy presente.