Manejaré hacia el norte. Mi auto está sobre el puente que no tan solo divide politicamente al estado, sino que traza un “lo que fue” con lo que es. Imagino que es un ave metàlica dispuesta a un vuelo que nunca llegará. Abajo, los pescadores tiran las redes y las recogen. Cuando lo cruce no podré volver y quedará en mis ojos el bamboleo de las espigas, las montañas que semejan puños. Desde la cuesta miraré la stella que hace el barco petrolero. Allá la serranía con los helechos que sobresalen de la humedad de la laja y que al moverse parecen decirte adios. Penetraré en el túnel como clavo.