Al vendedor de los recuerdos
solo le quedaron cuatro sillas,
un teléfono acoplado al corazón,
una lagrima que puso en oferta
y, sin dueño, un beso seductor.
Casi nada para poder sobrevivir.
Texto agregado el 19-02-2015, y leído por 228
visitantes. (2 votos)