Resulta que el día de ayer 12 de febrero, me encontré en la imperiosa necesidad de ir a una consulta clínica con una especialista, luego de darme la explicación correspondiente de porque tengo que tomar tal y cual pastillas, me da las dos recetas correspondientes a los medicamentos indicados para el tratamiento que debo seguir; habiendo salido de la clínica me dirijo al departamento de mi abuela en donde me estoy quedando a reposar... En lugar de tomar un taxi, como haría cualquier persona en sus cabales, y viendo que la noche se prestaba para un paseo nocturno, decidí ir a pie...
Hete aquí oh circunstancias de la vida, que a mi recorrido llevóme la desventurada suerte, y que al arribar al departamento de mi maternal ancestro, percatóme de la falta total de susodichas recetas en los respectivos bolsillos del pantalón.
Luego de pasar una noche de preocupación, debido en gran parte a que las recetas pudiesen ser encontradas por alguna persona de dudosa reputación, y que utilizase éstas para lúdica diversión sin conocer de antemano el perjudicial efecto que unas drogas de semejante talante pudiesen causar a normal organismo que no requiera de tales; decidí, por la mañana, comunicarme a la clínica para requerir nuevamente las recetas.
Ya entrando la tarde a eso de las 5 luego de pasar por la clínica del IMSS a pedido de mi adorable octogenario antepasado, me dirigí a la clínica de especialidades por las recetas que había extraviado y que favorablemente me fueron concedidas...
Al retorno, y debido a mi extraordinaria terquedad, se me ocurrió volver nuevamente a recorrer la desafortunada caminata de la noche anterior; en el camino recordé que debía comprar los medicamentos respectivos y, ya teniendo las recetas solo requería encontrar una farmacia en la que estuvieran disponibles. En una curva y desviándome de la ruta original encontré justamente una farmacia que en el pasado me había sido sugerida por la misma especialista que me atendió...
Al entrar y esperando que la despachadora se desocupara, una segunda dependiente de la tienda me señalo que dirigiese mi atención a ella para estos menesteres. Dicho y echo paso a darle las recetas correspondientes a los medicamentos que necesitaba...
Oh sorpresas de la vida que en circunstancias dispares se presentan, he aquí la inflexión que un destino extraordinario, que aunque evasivo e increíble demuestra con elegancia una etérea existencia... es en este momento que la muchacha mirándome de reojo y con una sonrisa delgada y nerviosa, me dice: "Yo conozco estas recetas... son idénticas a las que encontré anoche tiradas en la calle".
Crea o no el lector esta extraordinaria coincidencia, me sucedió hoy Viernes 13 de febrero de 2015 a las 5:40 de la tarde...