Tener lo que en verdad es tener, no.
Sos intenible, como la luz opaca de tus ojos que se escapa,
como la luz muerta y ausente que brota del ojo del pez:
sublime, intenible y temible.
Bordeo la inasibilidad del contorno de tu boca,
formo en mi memoria una sonrisa que no es la tuya sino la mía.
El recuerdo se refleja en tu estremecimiento,
yo río: húmedo, suave, móvil, sonoro, apenas me basta.
Dices: “quiero verte”
y me develas como a un santo de palo adornado de desnudez,
el contorno de mi piel se afila,
eres un poema nocturno que se niega al tiempo y al espacio,
te pronuncio con las yemas de mis dedos,
tu cuerpo canta en una lengua incognoscible, apenas me basta.
Te he desaprehendido, en tanto te aprendo,
en tanto te leo Libro Viejo,
tú polvo de años creas una nube de distancia,
tus letras se fugan y pierdo la persistencia y gano el olvido.
Te re-escribo para el repaso,
para hacer de tu boca y de tus ojos una nota poética
un refugio para el desamparo,
una promesa alegre del porvenir,
una intimidad más honda.
Ya eres en la Gran Biblioteca del Ser una vindicación secreta,
con eso me basta.
"Antonio Carrillo Cerda" / Septiembre 2014
Colección: Inconteniblemente
n'zomi
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