Búscame
Cuando mis huesos ya no caminen sobre esta tierra.
Cuando lo mío en ella, sea partícula dispersa.
Cuando mi cálido aliento, en beso, tu boca no reciba
y tus ojos, aunque quieran, a mi ser, ya no perciban.
Cuando la luz de mi Alma en tu sendero se extinga
y presientas otras fuerzas mayores que te alivian.
Cuando mis palabras te lleguen tan solo en tus sueños
y mi voz, en tus sentidos, sea una brisa de tiempos sin dueños.
Cuando ansiosa extiendas en avidez tus manos
con la intención de atraparme entre sus dedos
y al recogerlas dolidas comprendas
que solo has apresado vacíos de nada…
Entonces…
Búscame. Búscame en los silencios de la noche.
En las quietas luces de faroles suspendidas.
En la fina llovizna de una tarde mortecina,
mientra duermes tu ilusión blanca,
entre aroma de glicinas.
Pero no desesperes…
Búscame como a ÉL, en los ríos,
en las llanuras, o salvajes y empinadas montañas.
En los mares serenos o bravíos.
Búscame en los montes, en las quebradas
y en el erguido y esbelto tronco
del dominante árbol y su Sustantivo.
En el débil junco de un pantano… En su verbo.
En rugosa corteza joven o añosa
de un tallo… Ser vivo.
En la verde sustancia que alimentan sus hojas
mientras bebes de ellas el fresco rocío.
Búscame entre las flores. Entre sus fragancias.
Búscame y duerme con ellas un otoño
e inverna conmigo mi frío eterno.
Luego surgir unidos entre la fronda
de la impetuosa primavera y sus retoños.
Búscame en las aves y sus trinos.
En aquel llamado del zorzal, su desatino.
En el tierno arrullar, en las siestas, de un palomo
junto al bullicio del berrinche de gorriones
y entre uno que otro repicar,
de campanas, en sus bastiones.
Búscame en un jazmín o en la simpleza de una abelia.
En un ciprés, una acacia o en una blanca camelia.
Y donde el paraíso no se muestre como un Edén
sólo un ramillete perfumado, de sus flores, que te den.
Búscame en una rosa o tan solo en un clavel
tras los ficus, los álamos, un roble o un laurel.
Búscame por donde quieras, pero sin serlo,
al igual que a Él.
Estaré bajo una roca o mostrando sutil huella.
En el halo de la luna o en cada una de las estrellas.
Brillaré con un rayo de sol, en la soledad de tus noches
como luciérnaga posesiva, atrapada en tu pelo.
Y después de un tiempo – corto o largo tiempo –,
dormirás, tu sueño sumida en eterno ensueño.
Entonces vendrás a mí, a buscarme sin miedo ajeno
y aunque ya no me reconozcas
y yo no te descubra
sabremos que nos pertenecemos.
La Vida unió en alguna tangente, nuestra naturaleza.
Entonces, serás raíz en mi ancho mundo.
Yo seré el grueso tallo en tu nueva Vida.
Tú serás mis ramas extendidas
y yo seré las hojas que te abrigan.
Vendrán tus flores a pintar colores,
a dar aromas… Y en esa unión cimentaremos
más Vida con nuevos frutos y otros sueños.
Tonycarso
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