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Inicio / Cuenteros Locales / esclavo_moderno / El sueño. (Postville, IA. USA 2010)

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El sueño.
Ayudado por las tinieblas, escapa: no quiere morir. Entre chillidos el resto del grupo clama compasión. En la lejanía, los alaridos se acallan por los fogonazos.
Macario despierta sobresaltado. Busca a Altagracia entre las cobijas; hacía rato que su mujer estaba levantada.
Entre las ranuras de bambú, ve la gibosa luna creciente clavada en el universo.
Oye ruidos procedentes del patio. El cacaraquear de los gallos y gallinas que corren espantados por el Mechón y la Chasqui, sus perros.
Al entrar Macario en la cocina, suena una melodía de marimba, y las manos de su compañera moldean tortillas sobre el comal. Ella cuando lo ve le pregunta:
—¿Ya sabes qué pasó ayer?
—No.
—La María se ahorcó y dejó a su hija sola. Dice la hermana que perdió la cosecha y no tiene para pagarle al banco. Y que ella dijo. Que prefería morir. A seguir viviendo con hambre. Es más: no tienen ni para comprarle la caja a la difunta, por eso la Policía Nacional se presentó y la metió en una bolsa plástica para darle cristiana sepultura.
—Seguimos jodidos. Cada día, se hace más insoportable vivir en el país. A las autoridades gubernamentales les vale madre cuantas Marías se suicidan por hambre. Lo triste es que en las próximas elecciones caeremos de babosos creyendo las mentiras que van a gobernar con mano dura la violencia y corrupción y acaban chingando al pobre. Viven a costa de nuestra ignorancia.
Ella lo desoye: ¡qué importa! la población seguirá perdiendo las tierras por la corrupción y pobreza, las que pasaran a formar parte del patrimonio de algún latifundista o gente del gobierno en turno.
—¿Qué vas hacer, Macario?
—Me voy pa’l norte, quiero rescatar los terrenos hipotecados.
—No te vayas.
—¡Es que no entiendes, mujer! El banco no quiere darnos más tiempo. ¿Y qué haremos? Ya no tendremos dónde sembrar. Y me convertiré en un campesino más sin tierra, o me suicidaré como la María.
—El viaje es peligroso.
—Ya lo sé.
—Y sabes muy bien que yo sola no puedo sembrar. ¿Quién me ayudará? Los patojos van a la escuela, y aún están pequeños.
—Ya encontraré a quien pueda ayudarte.
Los hijos se unen a desayunar. Después, Macario, los despide con un fuerte abrazo. Ellos se van a la escuela, él se queda llorando.
El sol cae vertical desde el centro del cielo. Macario está listo con la pequeña mochila, al cuello un escapulario del Cristo negro de Esquipulas y una foto de familia entre los documentos de identificación, metidos en una bolsa plástica.
Un bocinazo interrumpe los pensamientos. Rodea el cuerpo de su mujer, la besa. Ella ha guardado lágrimas para la despedida. Él alcanza a decir:
—¡Volveré!
—Te estaré esperando.
Quiere quedarse, el nudo en la garganta no le permite pronunciar la palabra adiós.
Ladrando, el Mechón y la Chasqui intentan alcanzar el auto tras una polvareda, que ya se lleva a su amo. Macario logra leer en la salida el rótulo con el nombre de su aldea: “Santo Domingo”. Y piensa, sonriendo: Hoy es día domingo bendecido por un santo.
Llega a El Tejar, Chimaltenango. Aborda el bus que lo lleva a la frontera de Tecún Umán, donde se reúne con otros hombres, mujeres y niños, acompañados del coyote que les guiará en el camino hacia los Estados Unidos.
Han pasado tres meses, en la radio, prensa y televisión dan a conocer la masacre en San Fernando, Tamaulipas, Mexico a mano de los zetas. Setenta y dos inmigrantes fueron asesinados en busca del sueño americano.
En una choza rodeada de vecinos, Altagracia y sus hijos lloran por Macario.

Texto agregado el 04-02-2015, y leído por 384 visitantes. (21 votos)


Lectores Opinan
20-03-2015 Envolvente desde el principio, a ratos me recordo a Rulfo y como buen cuento Latinoamericano emotivo Felissa
20-03-2015 Envolvente desde el principio, a ratos me recordo a Rulfo y como buen cuento Latinoamericano emotivo Felissa
19-02-2015 Me has enganchado. Macario debería haber sobrevivido de alguna manera para que el relato no acabe ahí. Tienes el don de la escritura. albertocubeiro
13-02-2015 Eres un gran relator . Tu estilo mejora tanto que difícilmente se podría encontrar un error. Te felicito. El tema es lacerante. No creo que exageres .Los escritores tienen una misión y tú la llevas bien a cabo. Yvette27
09-02-2015 Un texto con mucha verdad por los sueños frustrados de los que buscan la ansiada libertad. huallaga
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