Maia caminaba los callejones con sus tacones como toda una profesional, en el fondo gris de la noche su minifalda roja era lo único que resaltaba, como no ver ese contoneo perfecto que hacia mover sus caderas y sus nalgas duras.
Su pelo le llegaba al terminar su delgada espalda, su escote era profundo aunque ella no fuera tan poseedora de pechos y sus joyas baratas sonaban con cada paso que daba.
Aquella noche llevaba un nudo en la garganta, pisaba fuerte mientras se dirigía al bar mas cercano y peligroso del área, entra, se sienta y pide un trago, el cual no va a pagar porque pronto debe aparecer un "caballero" que se ofrezca a pagarlo.
El nudo no parece desvanecerse con el primer trago así que pide un shot de tequila.
Se para del bar y comienza a bailar en un poste para provocar, la noche esta fría y amarga, Maia pide cambiar la música para subirse a hacer piruetas y bailar sensualmente.
Tiene sus ojos cerrados mientras mueve su pelo de un lado a otro hasta que siente que alguien le agarra el culo.
No le dio tiempo a quitarse la falda porque el callejón estaba solo y se podía improvisar un poco, la tenia contra la pared, cuando introducía su miembro con bastante fuerza, su salvajismo dejó a Maia un poco exhausta pero con un poco mas de pasta y sus tragos pagos.
No existe ningún sentimiento corriendo sobre su pequeño cuerpo, solo se escucha un silencio total en su alma, ellos solo escuchan sus tacones al caminar, ellos solo ven su minifalda roja, sus piernas, su pelo y sus escote.
La oscuridad de la noche se apoderó de todo su ser.
Se duerme a las 4 de la mañana y de día no quiere pararse de su cama, se la pasa doblada y un día mas que otro llora en silencio. En la noche vuelve y hace lo mismo con la esperanza de que su noche sea diferente.