Comidas rápidas

-Buenas noches, ¿te puedo hacer una consulta?

-Por supuesto,¿en qué podemos servirlo?

-Quiero un sándwich de pollo pero veo que está en una promo que incluye papas fritas y una gaseosa. No quiero las papas y la bebida quiero que sea una cerveza.

-Es que la promoción viene así, no tengo en la computadora la posibilidad de cambiarla.

Al tiempo que me observaba cruzaba miradas con su compañera con evidentes signos de confusión.

Es que había osado cambiarle los papeles para lo que claramente no estaban preparadas.

-¿La cerveza sola me la puedes vender?

-Si.- Lo dijo buscando el consentimiento con la otra empleada.

-Entonces tenemos parte del problema resuelto. Con respecto al acompañamiento, ¿hay algo que se despache solo?.

-¿Puede ser un sándwich de lomito?-Volvió con confianza, cuando advirtió que figuraba en las opciones que la tecnología informática le ofrecía.

-¿Lo de lomito se refieren al fiambre?- Consulté a las chicas

-No. Es un trozo de carne vacuna a la parrilla, con lechuga, tomate, jamón y queso.

-¿Otro fiambre?-

-Bondiola.

Pude detectar se le terminaban las opciones al observar los mohines que brotaban de su rostro.

-Entonces dame el de bondiola- Me apuré mientras pispiaba al moreno que estaba detrás mío.

Algo falló, la camarera se transformó al constatar que si bien podía ofrecer el producto, no lo tenía disponible en el mostrador.

-Temo informarle que se nos acabó el de bondiola.

Parecía un nene caprichoso al que no le gustaba nada, cuando en realidad era un simple mortal que quería acompañar una cerveza.

-¿Algo para acompañar que esté en la computadora y en stock?- Consulté esta vez con sarcasmo.

-Un emparedado de jamón crudo en pan árabe.

Lo de un emparedado es textual ya que solo le quedaba uno, o más preciso medio, con un pan casi partido por la mitad.

-¿No tienes otro?

-Es el último que me queda.

A todo esto la cola de compradores se extendía más de lo habitual, con clientes impacientes y hambrientos.

Ahora el frustrado era yo, viendo en fotografías delicias culinarias del local que no se condecía con lo paupérrimo de sus platos.

Un punto de no retorno, o aceptaba las condiciones o la condena pública de los que me sucedían.

-Entonces dame eso, refiriéndome a la bandeja ofrecida.
Mientras me retiraba con lo que pude adquirir escuché un comentario por demás elocuente

-¡Tanto tiempo para esa pavada!.

Al menos me salvé de comer esas papas fritas y la gaseosa, pensaba para mis adentros.

El tiempo en espera hizo que se me entibiara la bebida, pensé en pedirle otra, pero seguramente no estaba en los protocolos del afamado local de comidas rápidas.

OTREBLA