ANOCHECER

El niño se sentaba todas las noches en una vieja piedra a esperar que la luna fuera cubierta por las nubes. El aire helado de la obscuridad acariciaba la piel en su rostro mientras que sus parpados se cerraban ocasionalmente, como si quisiera que el tiempo se marchitase. Jamás decía una sola palabra, solamente buscaba entre sus bolsillos un pedazo de vidrio y lentamente comenzaba a flagelar su cuerpo, una a una las gotas de sangre iban dejando una fina huella de vida mientras caminaba sin rumbo a ninguna parte, sus pasos se agudizaban con el eco que producía la inmensidad, su respiración empezaba a hacer mas y mas fuerte a casa instante, las pocas sombras que existían huían de El despavoridas, entonces volvía a sentarse y como para hacerle compañía a su soledad, un sonido tan pequeño pero con la capacidad de destruir el alma, empezaba a salir de sus labios, un sonido capaz de erizar la sangre. Volvía a mirar la noche en su inmensidad y en un acto de total locura clavaba el pedazo de vidrio en su ojo izquierdo haciendo brotar a chorros la escaza sangre que le quedaba. En el suelo una mirada observaba para siempre la noche mientras un niño se perdía entre calles que nadie conoce, en donde solo las tinieblas permanecen.