-“¡Qué pereza!”, dijo la Duquesa,

Colocando su opulento pecho encima de la mesa.

-“¡Oh! ... ¿Y ahora con quién me entregaré al goce?

¡Si sólo afeminados veo del uno al doce!...”

-“¡No desmayéis, Señora Hermosa!,

Soy el Conde de la Rosa, el que tiene la cosa

más sabrosa”.

Y - responde otro- “Yo soy Juan Tenorio,

El que la tiene más grande en todo el territorio”.

Y de esta forma, enfrentáronse los dos y acudió

la Señora Duquesa a separarlos y les dijo:

- “Escuchadme, mis Señores: Una tregua

os propongo, cesad ya de heriros y no luchéis,

Que entre los dos y al tiempo, de mis favores

gozaréis”.

Gustó esta solución a ambos Notables Señores y

al punto mostráronse de acuerdo,

Y a sellar la tregua, Duquesa e Ilustres

Caballeros acudieron.


Y de esta manera hemos concluido

El romance de la Duquesa.

Porque es bien sabido,

Que lo que pasa de puertas hacia dentro entre la

Nobleza

Privada cosa es,

Y es más delicioso y notable

Cuando es entre tres.