Tarde te siento en el alma, has sido siempre un deseo, pero los hados del destino se confabulan contra nosotros, de nada sirven la palabra y mucho menos los sueños, aún no has nacido y añoro estrecharte entre mis brazos.
Deseo de un padre que añora el fuego del hogar, es la esperanza de una vida que no quiere despertar.
Hay tantas cosas que me gustaría enseñarte, que el tiempo se desvanece entre mis manos, tiempo que pasa y pesa como losa sobre el silencio.
Cada día te veo más y más lejano y aunque sospecho que no podre acariciar tu risa mientras juegas, mi mente se retuerce entre las mil y una historia que te contaría.
Me gustaría sentarme a tu lado todas las noches, leer contigo y disfrutar del sabor de los cuentos que antaño me contaron mis abuelos...
Me gustaría hacer contigo tantas cosas, que siento miedo de este abismo al quw me condena tu ausencia, un vacío que no he buscado pero que el destino parece reservarme.
Sufro por ti sin conocerte, pues nunca sabrás de la belleza de este mundo, me alegro cuando en sueños veo tus ojos y cuando pienso que al menos no sentirán dolor, tal vez algún día si existe un Dios te pueda ver bajo las estrellas, la esperanza es lo único que me queda...