Inmigrantes, La prostituta
Tomo el racimo con su mano izquierda, lo alzó observando su forma triangular, unas uvas más grandes que otras y algunas de un color morado intenso. Las demás estaban verdes. Había algunas débiles telarañas tendidas entre uva y uva, trampa mortal para los insectos.
Tendría que lavarlas, pero no importa, las limpiaba fregándolas con sus dedos o en el pantalón.
Saboreó una, rompiendo su hollejo, explotándola entre sus dientes; impregnó su boca un sabor azucarado, el placer que sentía le hacia cerrar los ojos, adormilados en consonancia con la secreción glandular que lo embotaba. Indudablemente, las uvas, estaban para hacer un buen vino, su madre allá en Jaxu lo haría, masticó las semilla recordando el esfuerzo que llevaba elaborar el vino. Estas semillas tenían que pasar enteras por la moledora, son preciosas para hacer aceite pero no pueden llegar a la cuba de fermentación y menos partidas. También, hay que quitar los tallos si están verdes, separar la semilla, triturar el resto, dejar fermentar una semana trasegar el liquido que sedimenta y después repetirlo cada dos meses para eliminar la borra. Mientras tanto probar una y otra vez a escondidas, para que no lo acusen de ansiedad. Lo cierto es que hay que ir viendo si el vino madura bien.
La uva ya dejo su alma en el líquido, al fondo de la cuba, la semilla pasa para elaborar finos aceites y con la cáscara destilar alcohol para grapa o coñac
¿Volvería a hacer vino? -Aquí o en otro lado- se dijo que sí.
Era una tarea que unía a la familia, a los amigos, ¡que recuerdo imborrable. Los grandes trabajaban y él comía y comía tantas uvas que terminaba con dolores de barriga..
Cuantas veces había comido uvas como almuerzo o cena…Le gustaban, eran fáciles de recoger, y fáciles para comer. En el caserío había parras en cada casa y también plantaciones de pequeños artesanos.
De pronto una mano se acercó al racimo y el subió su mirada hasta encontrarse con los ojos de Amílcar que le dijo en italiano algo que entendió como:
-¿Puedo sacar una uva de su racimo?
-Avanti, (lo dijo espontáneamente y pensó eso quiere decir adelante, -ya lo había escuchado en los oficiales del Sud América. este gran vapor que lo llevaría a su futuro-) Tome usted un racimo, dijo alcanzándole un paquete
-Gracias señor, es una uva muy buena para hacer vino ¡Diciendo esto Amílcar le sonrió.
-Eso mismo pensaba yo le respondió.
-La del Asti es más dulce, esta es Bonarda?
Ma, no lo sé, pero es dulce,…como esa ragazza ¿La vio? Ma que anca,chapurreaba en una mezcla de italiano y español.
Amilcar soltó la risa y juntos se pusieron a mirar la mujer, que sin disimulo buscaba algún amigo ocasional
En la cubierta, el sol se iba y desdibujaba el contorno de la chimenea del barco, a la vez que la imaginación de nuestros dos amigos enardecía sus miradas.
¿Vas vos o voy yo - preguntó Pedro, al nuevo amigo italiano que observaba divertido.
-Ve tú, no tengo plata y esa niña labura.
Pedro se paró, acomodó su camisa blanca de mangas anchas, afirmó la faja negra que sujetaba sus pantalones, hizo una morisqueta como ablandando su cara para una próxima sonrisa y en cuatro pasos estuvo frente a la mujer…
-Hola, hermosa, está refrescando? Fue todo lo que se le ocurrió.
-Si bambino, ¿quieres que te de calorcillo? Eso es gratis, lo demás es con cargo…
Mira que sois rápida -dijo Pedro en español, evitando el euskera-, ¡ y hablas dos idiomas¡.
-Tres, le respondió ella, español francés e italiano
-¿Cómo te llamas?
-Catalina, como la zarina de Rusia
…Entonces debe ser caro lo demás, y no tengo mucho, quizás a la vuelta pueda
-Si, lo sé, yo tampoco lo tengo pero ya puedo comenzar a ganarlo desde aquí. Por lo que veo en este barco llegaré rica a la Argentina, sois todos varones –dijo riendo y agregó:
-y somos pocas las solas. Inclino su cabeza y dejo caer su largo cabello por sobre los hombros.
-Bueno pero serás buenita con nosotros, cobrarás poco
-Merde, deje mi familia para hacer esto y poder hacer unos pesos para mis viejitos padres y mis hermanitos, ni borracha hijito, son veinte francos y si quiere má, son cuarenta francos.- Y se recogía nuevamente el pelo.
-Bueno en algún otro momento linda…-se resignó Pedro
Amilcar lo esperaba sonriéndose y le tiró-
-veni cui, come la uva, no ne para vos esa ragazza.
Pedro, lo miró, se dio vuelta y pensó,
-va a ser mía y sin darle ni una moneda.
El hombre propone y Dios dispone.
Pasaron los años y tuvieron diez hijos…
Pedro…Pedro !Lo barato sale caro!
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