El camino es solo para navegantes,
infinitamente prolongado y recto,
con un solitario balcón a la calle.
Allí lo visitan los vientos del mar.
Un punto en la imaginación el faro,
y el muelle, solo un tiempo perdido,
sin alientos que impulsaren naves.
Donde la vida empieza, terminaba
esa calzada de mustios crisantemos.
Aletargado, sobre bordes de espuma
lo urbano dormita, sin despedidas.
Texto agregado el 26-01-2015, y leído por 217
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
26-01-2015
Muy bello.Me encantan los dos versos finales.Un Abrazo. gafer
26-01-2015
Linda pintura. MarceloE51
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