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-Hola, Rosy, ¿podemos salir hoy día?
-No puedo, estoy algo enferma
-¿Enferma? ¿Qué te pasó?
-Nada grave, pero me puedes llamar la semana que viene.
-Claro, ¿seguro que estas bien?
-Sí mi amor estoy bien no te olvides de llamarme.
- Ok, chao…

¿Mi amor? ¿Qué quiso decir con eso? No es la primera vez que una chica a la que le pago por compañía me lo dice, pero no Rosy, ella siempre había sido directa, fresca, sin disfuerzos eso de “mi amor” no era su estilo.

Me quedé reflexionando sobre lo que dijo, recordé algo que pasó hace algún tiempo. Estábamos los dos desnudos en la cama de un hostal, ella encima de mí moviéndose con un ritmo tranquilo y pausado.

- ¿Qué es lo que más te gusta de mí?- me preguntó.
-Tus senos- le dije, desenfadado.
-¿Y a ti qué te gusta de mí?- le pregunté, casi por reflejo.
-Todo- respondió, un tanto cohibida.

No le tomé importancia antes a esta conversación porque me pareció intrascendente, aunque ahora, a la luz de sus nuevas palabras, se tornaba algo interesante. Corté mis pensamientos en ese momento, el derrotero por el que me llevaban me pareció absurdo, cerré los ojos y me concentré en el trabajo, el resto del día continué mi rutina sin pensar más en el tema, hasta el momento en que me acosté en la cama para dormir.

La conocí por medio del correo electrónico, respondió al anuncio que puse en internet. Estoy interesada en tu propuesta, escribió, le contesté, siguieron otros mensajes y se concertó la cita.

Estaba nervioso, no era la primera vez que hacía algo parecido, sin embargo, una cita con una chica desconocida de la cual apenas sabía el nombre (falso por supuesto) era una situación en la cual siempre había una sensación de peligro emocionante. El encuentro no fue extraordinario, nos encontramos en un sitio público, nos saludamos y miramos con curiosidad, un poco de conversación típica de dos extraños, fuimos al hostal, le pagué y empezamos. Era delgada, joven, tal vez demasiado, tenía hermosas y delicadas formas, sus pezones como dos botoncitos de tulipanes se estremecían con mis caricias y besos, la penetré y gimió despacio como en un susurro, continuamos así cambiando de posición de vez en cuando, hasta culminar. Ahora en retrospectiva, me puedo dar cuenta de que había una sensación especial en ella, un temblorcito impropio de un amor prepago.

Después de nuestro primer encuentro, tuvimos unas tres citas más de la misma tónica, hasta el día en que no dejó que la bese en la boca ni en lo senos, aduciendo excusas tontas para justificarse. Normalmente, esto hubiera sido un motivo para no volver a verla, pero estar con ella, incluso en esas condiciones, seguía siendo satisfactorio.

Tuvimos una nueva cita como habíamos pactado la semana pasada, se la veía radiante, risueña, coqueta, ella comúnmente tenía un aire melancólico, casi triste.

-¿Por qué tan contenta?
- Estoy alegre de volverte a ver.

Me sonreí pensando que a mí también me alegraba verla, aunque no se lo dije.

Como habitualmente hacíamos nos dirigimos al hostal, en el camino, en un arrebato, ella me pidió comprar un par de cervezas.

-Se me antojó- me dijo, un poco sonrojada.
Lo pensé por un momento, pero luego las compré. Entramos a la habitación ella abrió una lata y me alcanzó la otra.
-¡Salud!- dijo, alzando la cerveza.
-¡Salud!- respondí, abriendo la lata con un ademán de celebración.

Conversamos no sé de qué, lo de siempre supongo, pero a diferencia de otras veces reíamos relajados como dos amigos.

Tal vez fue un reto, tal vez una palabra que activo la emoción en ella, no recuerdo bien ese instante ni lo que nos dijimos, solamente me acuerdo que empezó a cantar, quedando grabada en mi memoria una parte de la canción.

“Aunque sea a escondidas,
pero no me digas
que me quitas tu amor
porque me quitas la vida.
Aunque sea a escondidas,
pero que en mí viva
yo sé bien perdería la razón
sin ti mi vida”.

Su voz al cantar era suave y delicada, se le quebraba con cada entonación. Estaba ahí como un pajarito desvalido e inofensivo emitiendo adorables trinos. En mi pecho, en mis manos, en todo mi cuerpo nació la necesidad de cubrirla no con lujaría sino con ternura. La tomé de los brazos y la besé en la boca, ella se dejó hacer y continué con tiernas caricias, la desvestí, como no lo había hecho antes, me aferré a sus senos como un bebé hambriento y la deslicé en la cama, la poseí con un movimiento acompasado y continuo, ella acabó estoy seguro, en ese ínterin tuvo un orgasmo y yo también casi al mismo instante. Esa coincidencia me excitó, sorprendentemente mi sexo no había perdido su dureza y aproveché el momento, me cambié de preservativo, la voltee boca abajo, la posicioné con ayuda de un par de almohadas y la empecé a penetrar con firmeza, escuché sus gemidos ahogados como pequeños gritos de súplica, aceleré mis movimientos, no sé por cuanto tiempo estuve embistiéndola a lo bruto halándole un poco de su hermosa melena, hasta culminar en una intensa ebullición. Caí rendido, el corazón me latía acelerado, ella se acercó tímidamente y se acostó en mi pecho, no hablamos, era la primera vez que lo hacíamos sin previo pago. Estuvimos así juntos, en silencio por varios minutos.

-Ya es tarde-exclamé, cogiendo el reloj.

Ella no dijo nada, me bajé de la cama y me dirigí a la ducha. Después de bañarme empecé a vestirme, ella había encendido la televisión, me miró he hizo un pucherito de niña pequeña.

-¿Te vas tan pronto?

-Estoy apurado- afirmé decidido, mientras buscaba mi billetera, sustraje dos billetes y se los entregué, ella los recibió sin atisbo de duda.

Me terminé de vestir y me despedí.

-Chao- dije, ella en respuesta, apenas inclinó un poco la cabeza.

La observé por última vez, estaba desnuda, arrodillada en la cama, concentrada en el programa de televisión, el más popular entre las jovencitas, todavía agarraba los dos billetes, es bellísima, pensé, cerré la puerta y me fui.

Unos segundos después, sonó mi celular, era mi novia, contesté de inmediato.

-Aló
-Hola, amorcito, quiero salir, vamos al cine y luego a bailar.
-Bacán, vamos.
-Ya… pero estoy un poco corta de dinero amor ¿tú pagas todo?...
-No te preocupes amor, yo siempre pago.

Texto agregado el 24-01-2015, y leído por 106 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
25-01-2015 Un relato encantador,pues retrata un espacio y un retazo de vida real.Me gusta.Un Abrazo. Gafer
24-01-2015 Así dicen que es parte de la vida ¿no? Pero no me gusta pensar en eso. Saludos. PiaYacuna
 
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