EL CURA ONORATTO TENÍA MAL ALIENTO

A veces uno toma cosas, objetos, y simplemente recuerda. Algo se activa en el cerebro o algo así. A mí me pasó esta mañana, cuando tomé el pomo de la pasta dental y me acordé del cura Onorato. Ese hombre tenía muy mal aliento. Tanto que hoy día soy capaz de recordarlo muy bien. Por eso la asociación: pasta dental-cura Onoratto, cura Onoratto-pasta dental (lo digo así para no desmerecer a ninguno, como en el clásico River-Boca, Boca-River, sólo que aquí el cura Onoratto ganará por demoledora goleada). Pero volviendo al tema, esta mañana mi cara en el espejo me asustó bastante. Casi pude ver de nuevo a la sufrida niña de cuarto grado "A" camino al confesionario. Si hubiera tenido entonces la inteligencia de hoy, creo que habría llevado un broche en el bolsillo. Para resistir con valentía delante de la porosa nariz del cura Onoratto, a la vez que le confesaba mis livianos pecadillos. Le mentía. Como siempre, todas las veces le mentía. Más que nada le ocultaba mis travesuras. Con mi amiga la vecina le mandabamos cartitas a Martincito que se rumoreaba ya tenía novia. Y eso era pecado. Oh pecado. Antesala del adulterio. Pero no vale la pena, desde ya les digo. Lo juro por la sanadora pasta dental doble acción. Porque al final tuvimos una pequeña entrevista con Martincito. Y también tenía mal aliento. Anotar para después contárselo a la psicóloga: me perseguía el mal aliento.