Conservo esa ingenua felicidad
con amplias ventanas al jardín
mirando el ocaso que como cisne rojo
nadaba en el estanque...
Siento esa quietud dorada llena de sombras de ciruelos en el agua.
A lo lejos
una bandada de gaviotas muestran la novena a una estrella.
En un rincón de ese jardín
una pequeña
cantaba una canción de amor.
El frescor de la tarde se extiende por el patio
y ella imagina que será feliz y nunca dejará esa infancia que le dio bellos paisajes y seres a los que amaba.
No imaginó que la vida no era como la miraba.
Ese jardín
pintaba de rojo sus tersas mejillas
y le daba esa candorosa felicidad que anhelaba...
Victoria
Texto agregado el 22-01-2015, y leído por 638
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Lectores Opinan
19-08-2015
genial, colorido y nostàlgico! pasa por mis textos MOIR
05-03-2015
Vivan las almas llenas de romanticismo poético ... como vos. 5* Un abrazo fuerte. dimitri_paria
14-02-2015
*****Imagino tanto las mejillas rojas de una niña como las hojas de los árboles en un nostálgico otoño. Solo_Agua
10-02-2015
Tus poemas siempre son muy hermosos, un placer leerte 5* bishujoo
10-02-2015
Muy bonito, Victoria. A todos nos ha pasado algo parecido. Abrazos Clorinda