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INMOVILIDAD

(Anécdota)

Uno de mis sobrinos fabrica baterías para el automotor y vende al público, por eso la semana pasada alguien llama a mi teléfono fijo y con toda la contrariedad en su voz me pregunta:

“¿Puede ser que haya dado con la persona que vende baterías?”

“No señor, soy su tío, se ha equivocado de número”.

“Entonces ayúdeme a encontrarlo. Como no recuerdo su nombre estoy llamando a todos los que figura con ese mismo apellido en la guía telefónica. Usted es el cuarto”.

“No siga, si lo tuviera en la memoria ya se lo daría, pero
ahora puede buscarlo como Aníbal”...

“Ah sí, Aníbal, me parecía, el primero de la lista, pero a ese número estuve llamando un largo rato y nadie me contesta. ¿Tendrá otro comercial en las páginas amarillas?

“No, sigue con el familiar, quizás haya salido por un rato o la línea anda mal. Continúe insistiendo que en algún momento lo encontrará?...

“Es que no sé hasta cuándo podré con este celular, y realmente lo necesito con urgencia, estoy desesperado, él ya me conoce”….

Ahí recordé que a mi sobrino siempre lo requieren con urgencia desde un celular. Estén con el coche detenido a unas cuadras, sobre una camioneta en un camino polvoriento, o subido a un tractor en pleno campo y cosecha. Pero no es su trabajo asistir al cliente en el lugar, el recambio lo hace en su taller y solo por cortesía suele llegarse, fuera del horario comercial por supuesto.

“Es todo lo que puedo hacer por usted”. Terminé contestado…

”Bueno, bueno, está bien, ya veré cómo me las arreglo solo.” Se despidió ahora con el disgusto y la impotencia en la garganta…

Y a mí me dejó con dos interrogantes; si este hombre tan nervioso estuvo marcando correctamente, y si fue así, por qué no fue atendido. Algo podía pasarle a este muchacho y lo primero que hice fue corroborar su número y llamarlo. Tenía razón, nadie respondía. Entonces solo me faltó llegarme hasta el negocio y encontrarme con la respuesta final en la puerta; con el cartelito de “Cerrado por Vacaciones…

Todo quedó aclarado. Para mí, porque al otro día suena el teléfono y enseguida reconozco la voz de esta misma persona reclamando:
“Escúcheme señor, necesito su último favor; que se comunique con su sobrino por mí. Ya casi no me queda carga en el celular insistiendo, y todavía no me responde…

Ahora el alterado soy yo, y antes de contarle lo que ya debía saber, lo increpé:

¡Escúcheme bien usted; hace desde ayer que anda con este problema encima!. Cómo puede ser eso ¿Usted es de este pueblo?..

“Sí señor, vivo cerca, estoy en mi casa”…

"¡Ah, vive cerca, entonces es un hombre muy cómodo!¡ Por qué no se llega hasta el local, habla con él personalmente y se deja de andar molestando a los parientes que nada tenemos que ver en esto!...

¡Porque no tengo a quién mandar señor, la batería es para mi sillón de ruedas…!

Me dejó paralizado.

Texto agregado el 21-01-2015, y leído por 217 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
22-01-2015 Suelen suceder estos desencuentros cuando el lenguaje deja de cumplir su principal función, la de comunicar. Preguntas oportunas y explicaciones necesarias a tiempo hubieran evitado el embrollo. Divertido el anécdota que nos cuentas Daniel, que visto con la seriedad que se merece puede resultar aleccionador. sagitarion
22-01-2015 !Excelente relato! con un sorpresivo final. Abrazos del alma. NINI
22-01-2015 a mi también me dejo paralizado biyu
22-01-2015 A mi me sucedió algo parecido con una persona sorda, pensé que me gritaba..Incomodamente cómico. Saludos! TuNorte
22-01-2015 Con toda razon.Un Abrazo. gafer
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