Verdad.
Yo soy mujer de tiza.
Una rara mezcla de arcillas que se fundieron en agua. Entonces me hice tiza.
Pinto de diversos colores. Según la mano que me tome y el trazo que dibujen.
Por mi sangre va el caolín pintando mis arterias,
mis venas,
mis vasos capilares.
Y no descansa el corazón de bombear mi espesa sangre.
Mujer de diversos colores;
astutamente lila;
tiernamente verde;
magnéticamente azul;
misteriosamente roja;
alegremente amarilla;
emprendedoramente anaranjada;
soñadoramente blanca. Así soy yo.
Verdaderamente una mujer de tiza.
Usada por mil artesanos en busca de la pintura perfecta. En ocasiones guardada dentro cajitas oscuras, pues mi fragilidad me quiebra.
Nunca he deseado ser diferente, me gustan mis colores, he descubierto como pintar el amor de los hombres, como guardar apariencias.
Y quien me toma empolva sus manos, siempre dejo huella. Acepto me gasto con facilidad, mi más grande defecto.
De vez en cuando puedo quebrarme
soy de tiza, suelo hacerlo.
Pinturas tengo muchas, con variados nombres. Y me gusta que me sientan suave.
Doy apariencia débil, pero la sorpresa es mucha, mi tinta es fuerte, onda, brillante. No tengo pasado, no tengo recuerdos, soy hija del caolín…
autora de yo misma, que ayuda a crear a otros. A crear y a creer.
Amo ser de tiza.
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