EN EL CIRCO.
Cuando se prendieron los reflectores,
Pudimos ver,en lo alto de la pista,
Una ágil y atractiva trapecista,
Que cautivó a los mil espectadores.
En el circo era ella la sensación,
Quien atraía todas las miradas,
De personas que veían pasmadas,
Apostar su vida en cada función.
Era como un ángel en grácil vuelo,
Jugándose día a día su vida;
Sólo de un par de cuerdas sostenida,
Colgada allí a varios metros del suelo.
Asombrados apluden a rabiar,
Al trío de equilibristas del aire,
(Dos hombres-la chica)que,con donaire,
Se atrevían sus vidas arriesgar.
Un traje de lentejuelas brillantes,
Le daba a ella aquel toque especial,
Y el cuerpo,de belleza sin igual,
Atrapaba los ojos anhelantes.
Un grito y las mil caras demudadas,
Contemplaron con horror la caída,
De aquel ángel que terminó la vida
En la pista,con sus alas quebradas. |