El día que enterraron a un extraterrestre
La expresión que da título a este escrito me ha traído a la mente una serie de ideas que me gustaría compartir con ustedes debido a que las dos palabras usadas en tienen connotaciones muy significativas para el pensamiento del hombre. Es decir, el enterrar a un ser humano o a uno antropomorfizado; casi siempre ha sido realizado por respeto y por alguna significación religiosa con el objeto de que siga una vida futura divina. Este es un sentimiento de humanidad muy arraigado en casi todas (por no decir todas) las culturas actuales como pasadas, en donde el hombre consciente de su esencia incorpórea le devuelve a la naturaleza lo prestado: la materia orgánica que nos hizo movernos dentro de cada habitat. Claro, que al no concebir la vida como algo mortal se hizo y se hace una serie de especulaciones de cómo puede ser la verdadera naturaleza de nuestra existencia y aunque por el avance de la ciencia esta vida se vea cada vez más orgánica y finita, el hombre aún mantiene cierto respeto por algunas costumbres que nos identifican como seres continentes de sentimientos y emociones más elevadas y abstractas que la morfología natural de los seres vivientes. Conmovedora forma de ver la vida que sin vacilar la hemos identificado con una serie de rituales que nos hace cada vez más dignos de ser apreciados como especie. Las manifestaciones son abundantes; desde las momificaciones incas hasta la depredación del cuerpo por los buitres de los tibetanos como el entierro occidentales en cajones para ser depositados en camposantos y es que más allá de cualquier significación que se pueda dar a cada ritual este tiene un contenido: el del respeto por el cuerpo del compañero perdido.
Esta costumbre sólo se ve en los seres humanos hasta donde tengo entendido, contando la costumbre de enterrar a las mascotas como a algún animal que tuvo una afinidad con nosotros. Esto explica que la comunicación y compatibilidad de emociones es muy importante para establecer una afinidad entre dos seres que se verá consumada en el momento en que se dé los respetos al ser muerto. Estas pueden ser algunas ideas al pensar en un hecho tan penoso para la existencia del hombre al saber que lo que existe ya dejó de estarlo, y que probablemente lo haga ser consciente de su propia mortalidad.
Luego, al hablar de los extraterrestres surgen otra serie de reflexiones que aunque puedan sonar absurdas no dejan de tener significados para mis pensamientos. Recuerdo que hace muchos años me llamaban la atención ciertos seres extraños que observaba en los programas de televisión y que no tenían ninguna forma humana ni de ningún animal antropomorfo, y que venían en una nave espacial con un fin de conquista, y que en consecuencia los seres humanos los combatían defendiéndose de las agresiones hacia la especie humana: en una historia venían a quitarnos el agua y en otro le servíamos de alimento. Una variedad de circunstancias en donde los malos siempre fueron los extraterrestres, claro que existían historias en las cuáles venían con mensajes de paz, de lugares destruidos previniéndonos de un destino holocaustico, otros que como náufragos de un viaje intergaláctico eran víctimas de la persecución humana para el estudio de la ciencia. Por supuesto que las historias con argumentos distintos aún abundan en las librerías y en el cine; obviamente ninguno de los seres humanos han visto alguno de estos seres no humanos (aunque algunos harían objeciones) por lo que lo que se ha dicho de ellos es pura especulación pero que sin embargo los sentimientos y actitudes que se les ha impuesto en tales historias es siempre de características humanas como que responden a la agresión humana, que sienten odio y hasta reflexionan como los hombres, poseedores de cerebros que responden a una serie de características propias de los animales terrícolas.
Esta actitud puede ser catalogada como falto de imaginación, de una interpretación etnocéntrica de lo desconocido o que simplemente es influenciada por la soledad de nuestra especie aunque sería bueno mencionar que la imagen actual de seres extraterrestres que tenemos ahora es propia del siglo XX y que ya no es satisfecha con explicaciones mágicas o religiosas, es así que viene lo fantástico y lo imaginario. En conclusión, la idea del ser extraterrestre es influenciada en gran medida por un cierto aburrimiento de lo real unido a lo inexplicable de ciertos hechos y con el carácter lúdico del hombre se ha llegado a estas ideas.
Pero ¿a que voy con el haberles expuesto estas ideas?, en parte porque he creído importante darle cierto valor a una frase tan absurda como el de enterrar a un extraterrestre; me pregunto si alguna vez lo han pensado y si lo han hecho han observado lo importante en tal reflexión ante algo tan íntimo como es el sentimiento de eternidad del ser vivo y la imaginación del hombre ante hechos inexplicables. La respuesta puede ser muy compleja pero comenzaré preguntándome: ¿desde cuándo somos capaces de dar un cierto significado a algún sujeto u objeto si no lo relacionamos con nosotros mismos? Somos capaces de enterrar una cajita con muchos recuerdos dentro de él, besamos una fotografía que me muestra la imagen de un ser querido, guardamos un objeto que en su imagen no remite a una serie de recuerdos de experiencia. Hemos dado a lo que fue un sentimiento muy fuerte de afinidad con nosotros mismos, más no con lo lejano y desconocido. Yo puedo lamentar la muerte de un niño por desnutrición en algún paraje lejano, porque fuimos niños, podemos llorar la muerte de algún animal porque tuvimos uno o hubiésemos querido tener uno. Los ejemplos se pueden multiplicar pero se pierde cierto sentimiento afectivo con lo externo cuando identificamos con nosotros los lazos emocionales, más se sufre y lamenta la pérdida de un ciudadano de nuestra patria que uno extranjero sobre todo cuando ambos son rivales, es decir que nuestro respeto y solidaridad está condicionada hacia lo afectivo y cercano; unos dirán que es obvio pero no lo es tanto cuando reflexionamos sobre lo real de este sentimiento y la idea va en que queremos lo que se identifica con nosotros y esa muestra de afecto está reflejada en una serie de actos y uno de ellos es el respeto por nuestros muertos pero el extraterrestre dónde queda en todo esto ya que si existe no va a ser como nosotros lo hemos creado, a imagen y semejanza, pero el real y ¿qué haríamos con el que existe? si al verlo no podemos identificar al alma humana; pensemos en los insectos que al ser imposible ver en sus ojos ningún sentimiento del hombre los aplastamos sin piedad. ¿Es que necesitamos proyectar nuestra humanidad en los otros para respetarlo y apreciarlo? ¿Qué pasará cuando ya no nos reconozcamos en los otros? Es que nunca llegará ese día, el día en que enterremos a un extraterrestre.
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