Esto no va a ser fácil.
En el libro de Brian Greene, El Tejido del Cosmos, explica mediante un sencillo experimento, cómo se puede comprobar que la luz no es un chorro de partículas como aseveró Newton, sino una onda.
El experimento en cuestión es hacer pasar un rayo de luz a través de un par de pequeñas líneas verticales trasparentes, trazadas sobre un material opaco que impide el paso de la luz y adelante del material opaco se coloca una pantalla en la que se refleje la luz que pasó por las dos pequeñas rendijas. El sentido común nos haría pensar que en la pantalla se reflejarían dos líneas verticales de luz, iguales a las rendijas trasparentes, pero no es así. Lo que en realidad se refleja es una serie alterna de muchas bandas brillantes y obscuras, con la mayor intensidad de luz en la banda del centro y que en la medida que se extienden hacia los extremos de la pantalla se van atenuando.
La explicación es que el chorro de luz es una secuencia de ondas y que estas al igual que las ondas que se producen en el agua, tienen una parte alta llamada cresta de la onda y una baja llamada vientre de la onda. Cuando en el agua se producen dos ondas similares y simultaneas, estas se desplazan del centro hacia fuera en círculos concéntricos que en la medida que van creciendo se van también acercando. Ahora bien, cuando las dos ondas se unen, se produce un efecto conocido como interferencia y cuando esto ocurre y se cruzan una cresta de una onda con una cresta de la otra, se produce una cresta mayor equivalente a la suma de las dos crestas originales. Análogamente cuando se cruza el vientre de una onda con el vientre de otra, la depresión que se forma es equivalente a la suma de las dos depresiones originales, pero lo más importante ocurre cuando se cruzan una cresta de una onda con el vientre de la otra, pues como sus intensidades son de la misma magnitud pero opuestas, lo que hacen es que se anulan recíprocamente y en esa posición no habrá onda.
En el experimento con el rayo de luz, se demuestra que al hacerla pasar por las dos rendijas, se están proyectando solo dos ondas sobre la pantalla y que el reflejo que se ve de bandas brillantes y oscuras es el resultado de la interferencia de esas dos ondas de luz.
Cuando se proyecta en un punto de la pantalla una cresta de una onda de luz y en ese mismo punto se proyecta una cresta de la otra onda de luz, en ese punto la pantalla brilla al igual que cuando coinciden en otro punto dos vientres de las dos ondas, también brilla, pero cuando se cruzan una cresta de una onda con un vientre de la otra, se cancelan haciendo que quede oscuro ese punto de la pantalla.
El experimento siguiente consistió en disparar electrones sobre la barrera opaca con las dos mismas rendijas y en principio el resultado fue el mismo, pero empezaron a disminuir la cantidad de los electrones hasta el punto de disparar un solo electrón a la vez.
El resultado fue que un solo electrón producía el mismo efecto de interferencia sobre la pantalla. La explicación es que la solitaria onda electromagnética del electrón, al pasar por las dos rendijas de la barrera opaca, se divide en dos ondas que dan origen al mismo efecto.
Este experimento condujo a una pregunta: “Si un electrón aislado es una onda, qué es lo que esta ondulando? Esta pregunta estuvo por muchos años sin respuesta hasta que un físico aseveró que la onda no es un electrón disperso, sino una onda de probabilidad. Este es un principio de la física cuántica.
El mismo físico (Bohr) descubrió que las ondas de probabilidad también tienen regiones de alta y baja intensidad y dedujo que el tamaño de una onda en un punto determinado es proporcional a la probabilidad de que el electrón este localizado en el mismo punto. Lugares donde la onda de probabilidad es grande, son lugares en donde es más probable encontrar el electrón. Lugares donde la onda de probabilidad es pequeña son lugares donde es poco probable encontrar el electrón y lugares donde la onda de probabilidad es cero, son lugares donde no se encontrará el electrón.
Nadie ha visto una onda de probabilidad y la mecánica cuántica dice que nadie la verá, pero matemáticamente se puede calcular su comportamiento.
Cuando se han hecho cálculos para localizar el electrón, se ha encontrado que en condiciones idénticas partiendo de cero, las localizaciones se marcan en sitios diferentes de una manera aleatoria.
Todavía los científicos no han podido definir qué es una onda de probabilidad. No se ha podido demostrar que la onda de probabilidad de un electrón sea el electrón o que la onda de probabilidad sea un artificio matemático para describir el movimiento del electrón, pero lo que la cuántica deja en claro es que el electrón tiene una posición definida solo en el momento en que lo miramos, cuando medimos su localización con certeza, pero antes y después que lo hagamos todo lo que tiene son posiciones potenciales descritas por una onda de probabilidad, que como cualquier onda esta sujeta a los efectos de interferencia.
No es que el electrón tenga una posición y nosotros no la conozcamos antes de medirla, más bien es que el electrón no tiene una posición definida antes de que se haga su medida. Cuando se mide la posición del electrón, no se esta midiendo una característica objetiva de la realidad, mas bien el acto de medirla esta profundamente implicado en crear la propia realidad que se esta midiendo. Einstein preguntaba en broma: “Realmente cree usted que la luna no esta allí cuando nadie la mira?” pues su intuición tenia muchas reservas sobre la física cuántica. Pero si se admite como sostenía la relatividad que el electrón sigue un camino único y definido cuando va de un lado a otro, no se comportaría como una onda, entonces cómo se podría explicar el resultado del experimento del electrón en la barrera opaca con las dos rendijas?
Esta es una realidad extraña, diferente a la que intuimos y aun a la que percibimos con nuestros sentidos y la intuición de ello fue lo que me llevó al titulo de Las Cosas No Son Como Parecen, pues con facilidad podemos concluir que la realidad no existe, sino que se va formando de instante en instante.
Haciendo una analogía entre la energía de las ondas electromagnéticas y sus interferencias y la onda de energía de cada persona y sus interferencias con las ondas de las otras personas y que de el comportamiento del espectro que se proyectaría de esa interferencia en la pantalla de la vida, tendríamos como resultado la realidad que percibimos con sus altibajos que no serian otra cosa que la suma de crestas por un lado y de vientres por otro, matizadas con las respectivas anulaciones.
Creo que eso nos podría ayudar a entender mejor el por qué de personas con unas habilidades para ciertas cosas y no para otras. Del éxito de unas para conquistar a otras del sexo opuesto, o el imán hacia el dinero de otras, o de la buena suerte para lo relacionado con el azar de algunas personas y el desarrollo de grandes destrezas en áreas especificas, como las artes, los deportes o la ciencia, pero definitivamente la imposibilidad de que todos lo tengamos todo.
Te advertí que esto no seria fácil…. Y de hecho no sé si lo serán todas estas locuras
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