En la calma de aquel inmenso mar.
El crepúsculo surgía perezosamente.
Un estallido de color tapizaba el cielo.
Rojos y anaranjados, añiles y violetas.
Sentía un quejido sordo, difuso, un lamento.
Mirando aquel inmenso estallido de fuerza.
El vaivén de las olas se desahogaba en la
orilla y estallaba en un grito, desbordándose
en la playa.
Atardecia lentamente abrazado
al cuerpo de su guitarra vibraciòn extraña...
Sentía su compás, su musicalidad, su ritmo.
"Su gitana"... Llena de sentimientos, de
embrujo, en aquella tarde mágica.
Sentía el taconeo en su pecho, los acordes.
de aquella guitarra, mientras acariciaba
con sus dedos las cuerdas de su sultana.
Un cuerpo de mujer salió de entre las aguas.
Bailando por soleares dibujando figuras,
dentro del agua, y una luz de luna con
ella bailaba.
Le arrastraba el duende de aquel cuerpo
desnudo sobre la mar salada.
Bailando toda la noche hasta llegar la madrugada.
A llegar el Alba despertaba sobre un lecho marino.
Lleno de coral perlas y algas.
La música seguía en sus sienes tamboril
del espiritu... Pero no sentía dolor, solo felicidad, calma..
Sintió el éxtasis alcanzó el Nirvana...
Entre nieblas y brumas vespertinas.
Le pareció ver una sirena andar por el agua.
Envuelta en una reyerta por el amor.
De una gitana, una guitarra flamenca.
Que la sacó de las aguas, que la hizo bailar
bajo luz de luna, seducida por su magia.
Solo duró un instante el poder de aquel
sortilegio cuando volvió del trance,
estaba en una terraza pidiendo un
rebujito para refrescar su garganta.
Y sobre la mesa del café su antología.
Y al lado de ella...¡¡Suspiros de guitarra!!.
Que en noches de plenilunio desaparece...
Para bailar con la luna, y entregarle el alma. |