Nunca supo a ciencia cierta en qué momento sucedió.
Quizás no hubo un momento exacto.
Pero sucedió.
Cuando quiso reaccionar ya era tarde: todos los intentos por resistirse pasaron a ser vanos.
Era casi una caricatura de sí mismo.
Todo lo que había logrado casi sin proponérselo, de la misma forma se iba esfumando y dando paso a un terreno desconocido o casi olvidado para él.
El círculo se iba cerrando, y él estaba dentro de ese círculo.
Pero no estaba solo.
Ella estaba con él.
Estaba.
Estaba?
Estuvo.
Y nunca más volvió a estar con él.
Dicen quienes lo han visto, que sigue encerrado en su círculo.
Que al principio la esperaba.
Pero que ya no lo hace.
Porque ya no sabe que hacer.
Ni dentro ni fuera.
Porque teme salir.
Y ver que ella sí está... pero no con él, no en su círculo.
Y no puede ni quiere dejar de recordarla.
Porque fue feliz.
Y tuvo que perderla para llegar a reconocerlo.
Y eso le duele.
Y llora.
Porque nunca supo a ciencia cierta en qué momento sucedió.
Quizás no hubo un momento exacto.
Pero sucedió.