De un salto se incorporó poniéndose en marcha hacia el trabajo. ¡¡No sonó la alarma!! ¿Por qué? justo hoy que nos reunimos con el director más arrogante del mundo!.
Adivinaba la felicidad del gordo Padilla quien cínicamente se regocijaría de esta pésima impresión que, a raíz del atraso, causaría ante los jefes.
Al llegar al edificio se da cuenta,¡¡La puta!!, dejé el celular!, ¡¡Mierda!! ¡¡No traigo el pendrive del proyecto que presentamos!!. Derrumbándose dentro de sí observó la vidriera para comprobar su infeliz aspecto, entonces se dio cuenta; tampoco llevaba su cuerpo.
M.D
Texto agregado el 16-01-2015, y leído por 681
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