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Sr. Embajador





Hace tiempo que no le ocurre nada semejante, una ridiculez después de todo, encima vestido de esa manera, en impecable traje de etiqueta, porque eso de pronto era mala suerte y también ridículo, nadie jamás podría haberlo convencido de lo contrario, de que así de golpe se despierte la tremenda picazón dentro de su gran nariz aguileña, casi hasta el extremo de volverlo loco y sentir en carne viva las inaguantables, irrefrenables ganas de rascarse con el dedo índice y metérselo, hundirlo por lo menos hasta la segunda falange y calmar por fin ese molesto ardor profundísimo; y parece mentira, por algo la impertinencia se llama impertinencia, porque bien podría haberle sucedido cuando estaba tranquilo en su habitación, mirando por la ventana hacia el gran jardín, en el momento de anudarse el moño impecable, o tal vez antes en el baño, rasurándose frente al espejo; pero no, tenía que ser justo ahora, justo a mitad del agasajo, la gran cena de gala brindada en honor a la visita de miss Dasy, en el preciso momento en que llegan los mozos con el sushi en especiales platos blancos de porcelana, bajo la blanca iluminación de las arañas. Para colmo tan difícil resistirte, tan escrupulosos los modales de etiqueta de embajada que deben seguirse, vaya ambiente pulcro si los hay, exigente, donde cada gesto debe ser medido y puntilloso, llevado hasta el extremo de lo correcto en materia de tratamiento; y él es el embajador, y como tal, todos esperan que sea el primero en seguir el protocolo al pie de la letra, hasta las últimas consecuencias. Pasados quince minutos aquello ya era de verdad inaguantable, sentía que la sangre no le irrigaba correctamente, no le llegaba a la cabeza, tenía la presión sanguínea por el suelo, tales eran las consecuencias del gran esfuerzo de aguantarse hasta el límite de lo posible, de no perder el control de su dedo, sobre todo su dedo; hasta miraba un poco nublado y los ojos le lloraban bastante, tales eran los síntomas que desde el otro lado de la mesa Miss Dasy habrá descubierto asombrada, lo encontró tan extraño, como ido; por un instante lo miró fijo, directo a los ojos, y muy cortésmente le preguntó Sr. Embajador le ocurre algo, se siente bien. Y bastó ese momento, esos breves segundos en que se alcanzó a preguntar de nuevo quién habrá inventado la palabra impertinencia y su significado, porque la pregunta de Miss Dasy le llegó justo cuando masticaba entusiasta una generosa porción de sushi, justo cuando perdía todo control de sus indispensables reflejos, justo cuando estornudaba en la cara de Miss Dasy para la risa de algunos y el asombro de casi todos.


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Texto agregado el 16-01-2015, y leído por 429 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
27-09-2016 Ahhhhh, desesperante y original. Me recordó cuando no me podía reír en clases y había pasado algo muy gracioso. Cinco aullidos aguantandose yar
23-04-2015 Maravilloso biyu, mucho ingenio. Saludos! TuNorte
05-04-2015 Muy creativo, mucho. Un abrazo, amigo. SOFIAMA
29-03-2015 Ingeniosísimo. ZEPOL
23-03-2015 Ay cómo me reí!!! Imaginé toda la escena y es comiquísima! Tengo un cuento parecido, muy parecido en esencia, no en los detalles. Gracias por las risas! MujerDiosa
19-03-2015 3 estrellas por vuestro sentido patrio. Arriba México. Abajo Argentina. elvengador
13-03-2015 Que terrible sensación,la imagino y que problema con miss Dasy***** Victoria 6236013
28-01-2015 Que situación!!! jaeltete
24-01-2015 Mi amigo biyú, tu cuento es gfenial. Digno del Negro, aunque nada tenga que ver con el fútbol. No me gusta el shushi, pero de buena gana lo comería en los labios de Miss Dasy, aunque supiera ligeramente a Sr.Embajador!+++++ crazymouse
22-01-2015 Que bueno fue leer este titulo, pues me imagine al pobre embajador con un infarto por la presión, pero no terminó en tragedia, sino en comedia, muy divertido; saludos. krisna22z
16-01-2015 Tienes una forma opresiva de escribir y como siguiéndote y medio ahogado, casi al desespero de no saber que va a pasar y temer que nos desmayemos antes que llegue el clímax de tu relato. Pues así me sentí y un suspiro de alivio acabó con todo y doy gracias al cielo de haber sobrevivido al vértigo de tus palabras. Un gran abrazo, Biyú estimado y estrellas múltiples, por supuesto. guidos
16-01-2015 Cristian, un gusto volverte a leer. Pobre embajador y sobretodo pobre Miss Dasy. Jaja muy bueno. Un gran abrazo. y ***** suedith
16-01-2015 jaja.. imagino lo compungido del sr. embajador.. pobre.. sheisan
16-01-2015 Un relato divertido y bien narrado.Un Abrazo. gafer
 
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