EL DESPERTAR DE LA SIERPE

Con femenino candor ella le ofreció aquello que parecía sabrosura comestible, él sin saber el motivo se resistía a comerlo. Ella en su urgencia le insistió melosa, iniciaba su largo peregrinaje por los vericuetos de la persuasión. Al fin lo convenció o él se dejó convencer, quedará el misterio para todos los siglos.

Al primer mordisco, un movimiento telúrico que nacía de sus entrañas despertó a la sierpe oculta entre sus piernas que erecta y ansiosa como impulso primigenio buscó refugio en la primera hendidura vertical que encontró. Así dicen fue, ha sido y será para toda la eternidad.