Por un instante anidé el pájaro de tu sonrisa
al cobijo de mis manos en arboleda
y creí firmada mi estela en el cielo.
En un solo minuto de espera,
de todo del que está surtido el tiempo,
me sentí hambruna de tu boca golosa
y se arrió mi alegría como bandera
única de un secreto.
En un intervalo pequeño pretendí entender
el significado intrincado de tu latido
y mis palabras se hicieron hermanas del viento.
Por un momento me sentí vivo
y solo con un adiós
convergí en inmortal desierto.

Carne de mi carne extractada,
palabra huida de mi aliento;
Solo un segundo te bastó
para ser insondable misterio.