He descubierto que en los hospitales llenan las cisternas de los váteres con agua del mar muerto y aunque tires cien veces de la cadena la colilla del cigarro prohibido sigue allí flotando tan feliz.
He descubierto también que la gente aqui es mucho más amable y está más triste, es normal, al fin y al cabo todos los que andamos por aquí nos convertimospp en ifaluk o son parientes de ifaluk.
Voy a hablar bien de la comida, por ejemplo, la mermelada de fresa de las tostafas cumple una tarea escrupulosamente estética y lo hace a la perfección.
Una hora antrs de que amsnezca todos los enfermos, todos los acompañantes de enfermos, todas las enfermeras y celadorrs, todos estamos despiertos y todos nos hacemos los dormidos.
También he visto a enfermos a los que han abierto las puertas del hospital de par en par y no se han escapado.
Sólo llevo unos días ya os iré contando más.