Se abatía el ocaso
con las alas rotas
a un día del adiós.
Añicos de eternidad
flotaban en el aire,
oscurecía en enero
desvelado de calor.
Desierto de voces,
languidez de estío.
El antiguo ferrocarril
se condena inerte
en la estación vacía.
Las vías son rigores,
sustancias inmóviles
que van a ningún lado
en su travesía quieta.
Ermitaños y olvidos
se venden mentiras
a la sombra del andén,
peregrinantes pájaros
coleccionan sucesos
en ronda perdurable.
Nadie espera un viaje.
Texto agregado el 13-01-2015, y leído por 294
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Lectores Opinan
14-01-2015
Me transmitió la sensación de moverme al ritmo de bamboleo de un tren.. yo sí viajé. Un abrazo Me gustaron tus letras. Sheisan
14-01-2015
me detengo a leerte porque siempre me asombras yosoyasi-