Camino, camino, camino. No encuentro lo que busco, sigo gateando, buscando de más cerca para ver si lo puedo localizar con mayor rapidez, pero es en vano, lo perdí.

Recuerdo cuando lo tenía, era feliz, estaba relajado, sin prisa, pero aun así me faltaba el ejecutor de mi esencia, ese combustible, de enorme poder, que hace funcionar en conjunto, el alma con el cuerpo, como un todo, fusionados, como mentes entrelazadas, para cumplir una función en especial, el ser. Eso era lo que faltaba, ser hombre.

Ahora, que ya lo encontré, se pierde lo que ya tenía. ¿lo habré guardado en algún cajón o a lo mejor en el diván de mi memoria. Lo único que de verdad sé, es que se perdió.

Al estar cerca del suelo, he encontrado cosas que en algún lugar de mi constante crecimiento quise, pero no lo tuve por X motivo que no viene al caso.

Si tan solo buscase algo tan sencillo, como dinero o paz mundial, sería fácil volver a mi rutina cotidiana, pero es “eso” eso que me hace humano, lo que me pide volver a hablar y reír, soñar y rezar.

Estoy harto de buscar, creo estar buscando en el lugar equivocado o no estoy en el momento oportuno, pero lo único que sé es que lo perdí.

Ya no tengo el equilibrio necesario para poder solventar todo lo que llegué a apostar en mi vida. Nunca pude encontrar el equilibrio entre lo humano y el amor que creo poder llegar a sentir.

Creo que tendré que elegir entre el cerebro y el corazón (metafóricamente hablando claro) Sin duda me guío por mi mente para llegar a lo más profundo de mi corazón y sentarme ahí a esperar que llegué... llegué el momento de vivir.