Dos boletas

Andrés entró sonriente al cuarto, llevando en su mano dos boletas para el único concierto que ofrecería en el Teatro Nacional una orquesta francesa de fama mundial.
A María le brillaron los ojos cuando preguntó:
-¿Compraste las boletas del concierto?
Él se ruborizó. "No las compré. ¡Alguien nos las dejó por debajo de la puerta en un sobre!”
-No entiendo. ¿Quién haría algo así? Es una función muy cara...
-Olvídalo. Seguro fue algún amigo nuestro que sabe que nos gusta la Opera. Nos las mandó y lo veremos en el mismo teatro.
-Revisa la fecha. ¿Son para hoy?
Andrés lee en voz alta: “7 de enero de 2015; 8,30 PM. Sí, son para esta misma noche.”
María dijo de nuevo: "No entiendo" -y de inmediato preguntó: ¿Iremos?
-¡Seguro que sí! -repuso Andrés-. ¿Cómo vamos a perdemos un estupendo concierto, a ese precio?
Vistieron sus mejores galas y minutos antes de empezar la función ocupaban sus asientos en el lujoso teatro, no sin extrañar que nadie se les acercó para hacerse responsable del regalo de las boletas.
Y como amantes de las óperas y de las buenas orquestas disfrutaron al máximo su noche.
Satisfechos y felices regresaron a su casa, cuya puerta de entrada encontraron abierta de par en par. Presurosos, se desmontaron del auto y encontraron los espacios revueltos, semi-vacios. Y constataron, con dolor, que se habían llevado casi todo: el equipo de música, la televisión, las ropas y las joyas.
Fue entonces cuando la mujer recreó la escena del día anterior de su esposo sonriente, con las boletas en sus manos, participándole que alguien las dejó por debajo de la puerta, y mientras dos lágrimas bajaban por su rostro exclamó:
-¡Ahora entiendo!

Alberto Vásquez.