Jack se deslizaba huidizo por los pasillos de la gran universidad. Dada su inteligencia privilegiada, todos auguraban para él un magnífico futuro.
Con dedicación infatigable se perdía extasiado por horas entre los libros, siempre abstraído del mundo. Sin dudarlo y no por arrogancia, su mundo era mucho más rico que todo aquello que le rodeaba.
Elucubraba con las ciencias; la biología era su predilección, la anatomía su mayor fuerte.
De un alma compleja, así era Jack internamente. ¿Su externo?, común; un chico despertando a la madurez, despreocupado de su apariencia... despreocupado, hasta que sus ojos se posaron en el angelical rostro de Margarita, estudiante de un curso inferior.
Jack siempre fue obsesivo y supo canalizarlo de forma adecuada. Sin embargo, Margarita gatilló emociones desenfrenadas que escapaban a toda lógica para él, sobre todo la tarde en que la vio junto a otro joven; alto y atlético, que resultaba ser el capitán del equipo de rugby de la universidad. Esa imagen le produjo un profundo dolor y lo hizo sentirse disminuido. Jamás podría competir por ese amor, estaba perdido, sólo podía mirarla a la distancia.
Para su sorpresa, y cuando faltaba poco para finalizar el semestre, sucedió un milagro, Margarita se le acerco solicitando su ayuda para terminar exitósamente el ramo de Biología. El accedió gustoso, invitándola a estudiar a su departamento.
Se sentía feliz creyendo ver ante él una puerta abierta hacia sus anhelos, pero esa misma noche fue rechazado rotundamente. Sin embargo Jack no lo aceptaría. ¡No! él se negaba a renunciar mientras existiera una ínfima gota de esperanza, e insistió.
- "Me quiere / Mucho / Poquito / Nada" - ... repetía Jack parsimonioso, mientras desmembraba el cuerpo de Margarita.
M.D
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