Puedo mirar a través de la ventana
Como amanece y la luna se llena de nostalgia,
Y el eco callado de las grises murallas
Ahoga el suspiro que mi pecho exhala.
Cierro mis ojos...
Cae por mi mejilla la última gota de plata
Deslizándose suave y tibia cual caricia perturbada,
Persigue ágil el aliento etéreo de tu labios.

Mientras el firmamento se tiñe de púrpura
Mi cuerpo se contrae de notas amargas,
Besos fugaces invitando al misterio,
Miradas cómplices que la censura acalla.
Como desvanecer la pasión que me incita
Como alejar el delirio que la conciencia prohíbe.
Y calmar la fiebre expandida en mi cuerpo.

Y ahí estoy, perdida en la habitación infinita,
Desorientada en el espacio que me rodea,
Protagonista de una historia sin comienzo
Antagonista de mi propio anhelo,
Deseando el calor de tu mirada incitante,
Deseando que me pierdas en tu pecho,
Y aquí me tienes...
confundida entre aquellas paredes
Paredes, cárcel...
Cárcel, jaula...
Atrapada en el conjuro loco de tus besos,
Sólo besos...
Y esta enfermedad inconsistente que me ataca,
Se reduce a miradas marchitas,
Por tu deseo reprimido,
Por tu compromiso volátil de fuga y silencio.