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Dic. 014. Los recuerdos son huellas en la arena…
Ayer por la noche, tuve un sueño, en el cual, me veía caminando entre vitrinas que exponían y vendían recuerdos.
Curioseando, pregunté por uno de los objetos de la tienda, era un recuerdo que estaba colocado en el fondo de los anaqueles de la izquierda.
¡Ah, ese!, me dijo quien me atendía, es uno de los más antiguos que tenemos, seguramente su propietaria ha fallecido ya y nunca pudo o no quiso recuperarlo.
Son recuerdos de su infancia probablemente, filtrados por la nostalgia, aunque muy bellos, se lo aseguro.
Le pregunté el precio, aunque me respondió con una amable evasiva: está dentro de la razonable, me dijo.
Si le interesa es cuestión de hablarlo, llegaremos a un acuerdo satisfactorio.
¿Sabe? los recuerdos, se maltratan con el tiempo o al menos, cambian, están, aparentemente inmóviles, fuera de la cabeza de sus dueños, sólo que poco a poco se transforman, se refinan, podríamos decir.
Les pasa lo mismo que a los recuerdos que tenemos en la memoria.
Eso les da también una belleza particular, como si fueran destilación del tiempo vivido.
Me interesé por el grupo de recuerdos que estaba pulcramente ordenado, envueltos en papel de color rosa con su etiqueta, también estampada.
¿Se refiere a esos de ahí?, me dijo; Son alucinaciones.
Son realmente extraordinarias, visiones atrevidas de la realidad, algunas, autenticas deformaciones, casi monstruosas.
No es fácil encontrar gente que se desprenda de ellas, l@s propietari@s tienen mucho apego a ese tipo de pensamientos.
Para nosotros tienen un gran valor y son muy solicitadas, aunque también, los sueños.
Están justo al lado de las alucinaciones en esa otra vitrina de cristal.
Son los dos tipos de recuerdos más valiosos de esta casa y los que la gente más aprecia. Tenemos una clientela muy selecta de compradores de alucinaciones y sueños.
Tuve ganas de interrumpirlo y explicarle el propósito que me había llevado hasta allí.
Me contuve y así le pedí que me mostrara la serie de recuerdos que estaban colocados en las estanterías de enfrente.
Aquí tiene usted: Son historias de amor y desamor, son recuerdos que podríamos llamar pasiones.
Miré las etiquetas, ahí estaba gran parte de la escala de los comportamientos amorosos, pensé.
Estos otros que están acá, son muy representativos y, también, muy apreciados por nuestros clientes.
Son viajes, viajes a los sitios más insospechados, recuerdos de aventuras llenas de riesgos realizadas por personas comunes, aunque, no todos son hazañas por supuesto.
Y no sólo a lugares inexplorados, hay recuerdos de viajes dentro de la propia ciudad que sorprenden por su ternura y su complejidad.
Me dio la impresión de que realmente le gustaba hablar de los recuerdos que guardaba entre aquellas cuatro paredes.
Continuó, también hay paisajes de la soledad y de la multitud.
Hizo el ademán de invitarme a pasar a una sala contigua, para seguir explicándome el resto de la colección.
No supe si él era el propietario del establecimiento o un simple empleado.
Sin lugar a dudas, era una persona sensible, me explicó que tenían una amplísima muestra de recuerdo sobre conversaciones, muchas de las cuales eran verdaderas joyas, y otra colección muy extensa, de pesadillas sobre la muerte.
Debería usted verlas con mayor detenimiento, porque abarcan una gama muy extensa…
Le indiqué que era suficiente con lo que había visto y dimos por concluida la visita.
Se volvió ceremonioso, y me preguntó; ¿Qué es lo que busca exactamente o qué es lo que nos ofrece y veremos en qué medida podemos ayudarle?
Aquí tiene, nuestro catálogo donde aparece la totalidad de los depósitos disponibles, que actualizamos periódicamente.
Fuera de catálogo tenemos… Lo interrumpí, quizá de forma un tanto escabrosa, y le dije: No quiero comprar nada.
Quiero empeñar todos mis recuerdos, absolutamente todos, no me importa el dinero que me den.
Entonces me respondió un tanto sorprendido, perdiendo momentáneamente la compostura: ¿Todos, todos?, aquí no hay recuerdos de vidas completas, sólo fragmentos de la memoria. La gente no se desprende nunca de la totalidad de sus recuerdos.
Me pone usted en una situación realmente incómoda, debería pensárselo muy bien.
Perdería usted su identidad, no recordaría quién es, ni dónde vive.
Además, mientras dura el depósito esos recuerdos son nuestros y desaparecen de su mente.
Si alguien los compra sólo podrá recuperar usted su dinero, no los recuerdos… debe usted pensárselo muy bien antes de tomar una decisión de esa naturaleza.
Entonces, dije lo que realmente pensaba desde el principio, antes, incluso, de poner el pie en aquel negocio.
Quiero empezar una vida sin recuerdos, ¿me entiende?
Ver las cosas, todas las cosas, por primera vez.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, lugar donde los recuerdos son huellas en la arena que la ola aletargada y fatal borra de la playa.
Andrea Guadalupe.

Texto agregado el 28-12-2014, y leído por 113 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
22-01-2015 Fantástico! Aytana
28-12-2014 Imposible desprenderse de los recuerdos... de una manera u otra perduran y aparecen cuando menos lo esperamos seroma
28-12-2014 Quisiera contar con una tienda como la que tú describes,para deshacerme de tantos recuerdos que pesan sobre mi.Interesante relato.UN ABRAZO Y MIS MEJORES DESEOS PARA QUE TENGAS UN FELIZ AñO 2.015 gafer
 
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