Sobre una balsa. Tendido sobre una balsa. Cara al sol. Y así, naufrago, en medio del océano cantando a todo pulmón, por supuesto que desafinado, sabiendo que mi fin estaba a la vuelta de la esquina. No, no me puse a pensar en tí... ¡Lo juro! De veras, deveritas. Por ésta... Yo estaba segurísimo que la muerte me tiraba navajazos, puñaladas, feroces lances, que al fin me tenía acorralado en aquella inmensidad de agua salada. Indescriptible. El vaivén de las olas.Ese mar azul, a veces verde, a veces oscuro en las noches interminables... arriba, el firmamento cuajado de estrellas. La luna grande, plomiza, brillante.
El rumor no cesa ni un segundo. Movediza...asombrosa,inconmensurable y hermosa. En ese momento, te lo juro, para que mentir, en esas circunstancias no se puede darle la vuelta, sacarle el bulto, en ese mismo momento pensé en una cerveza helada, en una Coca-Cola igualmente fría, en un tarro refrescante y fresco de tepache, en fumarme con toda calma un Raleigh sin filtro, en un Ducados, en un Del Prado... que ya ni existen, en una rebanada de sandia, en un vaso bien grande de agua de guanabana con dos o tres cubos de hielo. No, no, siento mucho en decirte que no pensé en tí, ni en el portento de tus nalgas, ni en tus pechos generosos, ni en tus manos prodigiosas que acarician sabroso, ni en frondoso bosque púbico que limita la gruta húmeda y cálida, como no pensé en tus labios ávidos que besan y chupan, ni en tu saliva que sabe a heliotropo, ni en tus ojos de venada asustada, ni en tu cabellera ondulada y sedosa. No, no puedo mentir. Y cuando la sed me abrasaba y el sol ardiente despellejaba mi piel dejándola como una llaga... Y la vida se la estaba llevando patas de hilo, vamos, no valía un cacahuate... entonces, no lo vas a creer... Desperté sudoroso, en mi cama, en pijama, pronunciando: ¡El relámpago verde de los loros!