¡Felicidades a todos los cuenteros del Planeta Azul! este cuento es para ustedes.

Navidades Encontradas

Corrió escaleras abajo ansiando abrir sus regalos, al ver el árbol lleno de cajas de diferentes tamaños envueltas en papeles de colores y coronadas con hermosos moños buscó su nombre en cada una de las cajas, primero las más grandes, después las medianas y finalmente las pequeñas, pero ninguna etiqueta decía “para Victoria”, revisó una y otra vez… sin suerte.

Cabizbaja y con agüita en los ojos subió pesadamente las escaleras, abrió la puerta de su cuarto y se acostó en la maltrecha camita acomodando los cartones que hacían de colchón en aquel cuarto de servicio que compartía con la sirvienta de la casa, su mamá.

Al cabo de algunos minutos escucho los gritos y las risas de los niños que abrían sus regalos y comenzaban a jugar con ellos, en eso sonó el timbre del intercomunicador, Victoria corrió a contestar con el corazón en galope y escuchó del otro lado – Le puedes decir a tu mamá que baje a servir el desayuno, los niños ya tienen hambre- Volteó a despertar a su mamá que extrañamente estaba dormida, ella siempre se levantaba muy temprano, pero ella no reaccionaba – mamita, mamita, despierta te habla la patrona sus hijos tienen mucha hambre - Pero a pesar de sus repetidos intentos no logró que su madre despertara.

Muchos años después en esa misma fecha Victoria recordaba aquella navidad en la cual en vez de recibir algún regalo el destino le había arrebatado a su madre, a la cual siempre llevaba en el corazón sobre todo en esa época de año, más el tiempo sana las heridas y ahora su recuerdo le alegraba el alma, ella había compensado sus carencias económicas colmándola de amor y cariño enseñándole a valorar las cosas importantes de la vida.

Victoria había aprovechado muy bien el tiempo y explotó al máximo todo lo aprendido, ahora tenía una hermosa casa y una bella familia, sus cuatro hermosos hijos eran todo para ella y esa noche estaba colocando los regalos bajo el árbol pues era nochebuena.

A la mañana siguiente los niños reían y gritaban buscando y abriendo sus regalos, sus enormes ojos chispeaban al ver lo que había dentro de las cajas; carritos, muñecas, ropa, dulces… estaban encantados. Pero la más feliz de todos era María, estaba fascinada con la muñeca más grande que jamás había visto pues era casi de su tamaño y su vestidito era tan parecido a aquel que le regalaron en su cumpleaños que le hizo pensar que Santa Claus lo había tomado de modelo para su muñeca. Se las enseño a todos al tiempo que los demás le mostraban sus regalos corriendo y jugando por toda la casa.

Estaba muy entretenida jugando cuando se le acercó la sirvienta de la casa y le dijo – María vamos, deja jugar con los niños y acompáñame a preparar el desayuno hija mía, la señora ya fue muy amable al regalarte esa preciosa muñeca - La niña se levantó y cuando se apresuraba a la cocina con su mamá, la señora de la casa, Victoria, las detuvo diciendo – Lupe toma, este es tu regalo de navidad ábrelo y convivan con nosotros, hoy yo preparo el desayuno, ¡Feliz Navidad! -