ENTRE MENTIRAS Y VERDADES
Es verdad, lo aseguro: ¡Yo sí tengo asuntos pendientes frente a la muerte!
Mentiría si frente a ella asegurara lo contrario, tal vez en un lapsus de estulticia aquí y ahora al buen cobijo de la vida, envalentonado proclamara: “no temo a que haya otra vida con su infierno para pagar todos mis errores”. Sería desde luego una bravuconada innecesaria pues nadie me lo estaría preguntando.
Es verdad, frente a la parca lo podría afirmar, ¡Viví lo que tenía que vivir! Valiente sandez dirían algunos, ¿quién vive más de lo que tiene que vivir?
Mentiría si aseverara "no he sido un santo como piensan mis vecinos", pues lo sé muy bien, no tengo el don de la telepatía para saber de los pensamientos de mis vecinos.
Es verdad, muchas veces me he arrepentido de no haber hecho algo. Es por ello, para no lamentarlo probablemente después, estoy escribiendo esto.
Mentiría si enfáticamente dijera desde una pobre perspectiva: “no puedo ser mejor, ni peor que nadie” Pues si afirmara lo primero me mostraría como un pusilánime sin aspiraciones a ser mejor que cualquiera y, si aceptara lo segundo sería como argumentar ad ignorantiam, pues nadie ni yo mismo pudría demostrar ahora ni nunca lo contrario.
Es verdad, podría decir ante la muerte: “hice lo mejor que pude en mi paso por este camino”. Triste consuelo volverán a decir algunos de mala leche y agregaran: “Le faltó escribir una novela, publicarla a costa de su pobre peculio y luego andarla vendiendo lastimosamente entre sus conocidos”.
Así, entre verdades y mentiras se nos va el tiempo de vida. Al final cada quien justipreciará su existencia, pero si persisten el encono, la falta de verdadera autocrítica, la necedad, la estulticia, la agresión gratuita y, la manipulación de amigas/os entrañables, la conclusión no tendría importancia, sería un esfuerzo en vano, como éste que me tiene ahora escribiendo. Mentiría si dijera saber porqué lo estoy haciendo, será acaso porque existe una gran verdad… hay razones que la razón no entiende.
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