El hemisferio norte (o boreal o septentrional) es una de las divisiones geodésicas clásicas en que se divide la Tierra. Se sitúa al norte del ecuador, que lo separa del hemisferio sur. Comprende a Europa, Norteamérica, el Ártico, casi toda Asia, gran parte de África, la parte septentrional de Sudamérica y algunas islas menores de Oceanía.
Las estaciones del año ocurren en forma inversa al hemisferio sur. Así, el verano boreal se extiende entre los meses de junio y septiembre, mientras el invierno lo hace entre diciembre y marzo. Debido a que el perihelio ocurre en enero.
Históricamente, el hemisferio norte ha sido considerado un hemisferio rico y desarrollado en contraste con el sur, debido principalmente a la existencia de los países europeos, Canadá, Estados Unidos y Japón en esta zona. Cerca del 90% de la población mundial habita este hemisferio, especialmente en China y la India.
El invierno dura desde el solsticio de invierno (normalmente 22 de diciembre) al equinoccio vernal (normalmente 20 de marzo), mientras que el verano dura desde el solsticio de verano (normalmente 21 de junio) hasta el equinoccio de otoño (por lo general el 21 de septiembre).
Así que el 22 de diciembre será el día más corto del año. El solsticio de invierno marca el inicio del invierno astronómico. Es el día en que los rayos del sol se alejan más del ecuador y en que el sol se levanta menos sobre el horizonte.
La falta de luz incide, inevitablemente, sobre nuestro estado de ánimo. Nos hace sentir tristes y nostálgicos. Por eso es notable que a lo largo de la historia pueblos de distintos lugares del mundo hayan realizado festejos en torno a esta fecha.
En los tiempos del neolítico, cuando las primeras comunidades humanas se hacían sedentarias y desarrollaban prácticas de agricultura, empezaron las celebraciones del inicio del invierno. Monumentos de ese entonces, como el de Stonehenge en Inglaterra. Muestran un conocimiento preciso del solsticio. Quizá eran producto del hecho de que los agricultores originales sabían que tenían que almacenar suficiente alimento después de las cosechas para sobrevivir el invierno.
Los antiguos romanos celebraban las fiestas del sol invicto en los días del solsticio. Festejaban con la idea de que, una vez alcanzado el día más corto del año empezaba el lento proceso en que los días se harían más largos hasta llegar a la primavera y a los días interminables del verano.
Las Saturnales, como se conocían, eran fiestas desenfrenadas pero muy populares. Su arraigo era tan fuerte que el cristianismo, cuando se fue extendiendo por el imperio romano, tuvo enormes dificultades para desplazarlas. Tres siglos después, la iglesia católica adoptó el festejo de la Navidad el 25 de diciembre, que correspondía en tiempo con esas fiestas romanas, con lo cual logró incorporar a muchos paganos a la fe cristiana. En realidad no hay indicaciones de cuándo en el año pudo haber nacido Jesús de Nazaret. Pero al fijar su nacimiento en dicha fecha la Iglesia logró un sincretismo que hizo más fácil la difusión de su doctrina.
En un mundo tan distinto como el de Mesoamérica también se celebraba el solsticio de invierno. En los pueblos del altiplano mexicano se realizaban festejos en el mes de diciembre que buscaban reproducir la lucha entre Tezcatlipoca, el dios de las tinieblas, y Huitzilopochtli, el dios del sol. Los mexicas, en particular, ofrecían sacrificios humanos y al final del período celebraban el triunfo del sol sobre la oscuridad.
Los evangelizadores españoles en la Nueva España aprovecharon la costumbre de los indígenas de festejar el solsticio. El culto a la Virgen de Guadalupe. El 12 de diciembre, se convirtió en la llave de la evangelización de los pueblos originarios de México. Las posadas, las pastorelas y la Navidad fueron extensiones naturales de un culto que existía con anterioridad.
En estos tiempos, cuando la cortedad del día y el frio nos obligan a la reflexión, y cuando las comunidades en todo el país realizan festejos religiosos y familiares, quizá valga la pena recordar que estamos simplemente manteniendo una tradición que se remonta, cuando menos, 12 mil años en la historia. El solsticio de invierno era muy importante para los pueblos antiguos en Europa y en México. Pero lo sigue siendo en buena parte del mundo.
Queridos amigos: de corazón les deseo Feliz Navidad y próspero Año Nuevo 2015.
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