En los momentos náufragos
nos buscábamos a tientas,
a la deriva y sin bitácoras.
Enjuagando un beso de sal
con la caligrafía de un tifón
en un invierno transparente.
Cual navegantes de desiertos
contiguos de una leve mirada,
el tiempo nos maduraba en verde
rebasando los brazos cruzados.
Mudeces de un querer vedado,
destellos de ocaso y encuentro
junto a la asimetría del silencio.
La pena, fundida con la niebla,
desfallece en la indiferencia.
Texto agregado el 10-12-2014, y leído por 273
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Lectores Opinan
10-12-2014
Cuando el silencio es el invitado solo dos vias existen la de compartirlo o la de marcharse. ismaela
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