Desde el balcón el paisaje bucólico y gris se perdía serpenteando entre el caserío silencioso.La calle mojada reflejaba los árboles antes que el infinito cielo y en la bajada ,un río de un rojo incandescente como la lava, desembocaba en la capilla explotando en mil formas.Solo el zumbido de las ruedas de la bicicleta del diariero lo distrajo de tremendo espectáculo.Pero el canilla no solo no le dejó el diario, como toda su vida, sino que se perdió de su vista sin saludarlo.
Quizás era uno de esos días distantes como a él le gustaba llamarlos.La gente andaba como distraída pero de cualquier manera no le caía bien que lo dejaran con el saludo en la boca.Se puso una chaqueta y bajó a un atardecer quieto y extraño.
Siempre lo llamaron Gorostiaga.Hasta su madre le decía así y muchos de sus mejores amigos no sabían su nombre.Terco.Sabía que todo demandaba un esfuerzo y que quedarse en el molde en el momento indicado no era de cobardes.Para él nada era cierto hasta comprobarlo y se disculpaba seguido por sus ataques de esceptisismo.Era amigo de todos .Un carácter volátil y sin antecedentes, al menos desconocido para él, lo tenia un poco complicado y le parecía que algunas veces sentía que olvidaba contextos.Por mas que hiciera el esfuerzo no lograba dar el último paso. Se sentía un poco fuera de la familia y quizás su mujer tenía razón cuando le decía que aflojara, que iba a quedar tieso.Miró hacia arriba frunciendo el seño y le pareció curioso que la fina llovizna no lo mojara.Caminando por el empedrado del centro lo asaltó el recurrente pensamiento sobre su particular teoría sobre el paso del tiempo y ojeando disimuladamente hacia adentro de los negocios,especialmente en un par de bares, comprobaba tristemente que las horas,los días y los años pasaban prontamente en un abrir y cerrar de ojos ,para concluir y percatarse que cada vez le quedaban menos seres queridos a su alrededor.Ultimamente estaba demandando atención y por unos segundos se sintió avergonzado y se prometió evitarse esa situación ridicula.Pero por otro lado estaba seguro que no era lo mismo .Todo había cambiado en algún momento .Sin darse cuenta las jornadas se le iban tan rápido que por momentos pensaba que había una fuga irreparable en su alma.
Una fachada amplia y cubierta de vidrios agrisados lo ayudaba siempre a identificar la empresa en donde trabajaba su hija.Su amada Mariana.La extrañaba tanto ,tenía la impresión que eran años el tiempo que no la abrazaba.Siempre ocurría algo que lo desviaba de éste encuentro.Pero no era por falta de amor,simplemente sucedía y juró que, cuando por fin la tuviese delante, le explicaría ésto.Entraba y salía gente continuamente lo que terminó por aburrirlo y convencerlo de volver , cuando la mano viene torcida …y sin mediar aviso ya estaba dentro de su casa, sirviéndose el enésimo vaso de agua.Se revolvió inquieto en el sillón al darse cuenta que aún no había logrado beber un solo trago y eso lo retrotrajo a la situación con su hija, con sus amigos y sus seres queridos.Estaban pero no estaban.Acercó el vaso a su boca mientras movía levemente su cabeza de izquierda a derecha cuando el sobresalto lo hizo levantarse abruptamente. Un muchachote, un niño y una anciana con un bastón ingresaron y se acomodaron en los sillones de pana marrón, el más grande preguntó:
__¿Que fue ese ruido que escuchamos cuando entramos?-preguntó el muchachote.
__Como dicen en el pueblo _ dijo la vieja secándose el sudor de su frente_debe de ser Gorosatiaga que cree que está vivo.
Para ese momento Gorostiaga ya estaba nuevamente en el balcón, viendo alejarse al diariero sobre la centelleante calzada llena de charcos. |