Cierro los ojos y me encuentro con su mirada perdida, desahuciada, sin ganas de vivir, pero si quisiera esforzarme un poquito mas vería una ilusión desesperanzada por seguir condenado a la vida, atado a escuchar todos y cada uno de mis pensamientos como lo ha hecho desde que me conoció, atravesando todas las barreras que se le ponen enfrente, incondicional como siempre, soportando los duros golpes que la vida y que incluso yo le he dado.
No es lástima, como muchos pueden pensar, es coraje, impotencia de no poder recuperar ese tiempo que perdí, y no solo es eso, es también el hecho de no poder hacerle saber cuanto significa para mi, sin que crea que lo digo solo porque puede que sean las ultimas veces que pueda sentir la calidez de su alma y su cuerpo rescatándome de los tormentos de esta vida…
Pienso en que seguirá después, ¿a donde se irá?, ¿estará bien?, lo único que me alegra es que el conocerá la verdad antes que yo, antes que muchos de nosotros. Su alma despide un brillo cegador, como el de una estrella a punto de extinguirse, una estrella más en este gran universo que he de recordar por el resto de mis días.
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