Enfrentando a la gran furia del mar
me arrancaste con fuerza de sus brazos,
la pasión en tu cuerpo, de a pedazos,
se instalaba y crecía hasta quemar.

Mi alba blusa mojada hasta plasmar
mis pechos embriagantes cual regazos,
nuestros cuerpos unidos como lazos
mientras me convertía yo en tu mar.

Gemido de placer muy subyugante
sonaba como el viento sin pudor,
mi tempestad interna era el clamor

que a la tuya avivaba cautivante,
retando sus destinos sin temor
querían ellas saciar el amor.