...con los pueblos del sur, siempre lluviosos, el frío viento sur minimiza el calorcillo del tiempo, a veces escaso. Sus casas pintadas, de rustica hermosura. Casas humildes deslavadas con coloridas flores de los más desposeidos. Embriagada con las mansiones de los alemanes de Frutillar y Puerto Varas a orillas del lago Llanquihue que cubre la vista del campesinado al interior y sus humildes viviendas.
Embriagada con la brillante cinta húmeda de la huella del camino ondulado, subidas y bajadas hacia Puerto Montt. Angelmó con sus cocinerías y Artesanías variadas ,al frente isla Tenglo, el mar a las cuatro de la tarde es un espejo de plata que enceguece. Emocionada siento la presencia Dios en el horizonte, que ahora luce mejor y puedo observar los bosques talados, el Chips que se llevan los barcos japoneses, la leña materia indispensable en la zona encarece.
Embriagada en Pargua y temerosa de cruzar a Chacao en el Transbordador. La Costanera de Ancud, el puente Pudeto, ell polvorín, de los antiguos españoles, sus viejos cañones y su Mirador estratégico.
Embriagada con el Salto del Petrohué, con sus pozos de la suerte, formados a través de los siglos con la lava petrificada del volcán que lentamente chorrea una materia oscura que se endurece.
En Valdivia embriagada con sus ríos, sus puentes, sus parques centenarios en la isla Teja y la Universidad. El Cementerio Alemán. EL CANELO"barco varado cerca de la desembocadura en el mar. Los viejos torreones, la calle Picarte. El quiosco de la plaza, donde se fotografían los recién casados para ser venturosos en su nueva vida. Y el MERCADO FLUVIAL maravilloso.
No puedo dejar de ser adicta y embriagarme.
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