Esta vez quería que resultara. De verdad esperaba comportarme de tal manera que no terminara arruinando todo. Y es que quizás actúo sin pensar demasiado, por eso me he equivocado tanto. Tengo tantas ganas de ser amada que he sido capaz de abrir mi corazón a todo aquel que me regale una caricia, por efímera que sea.
Quería hacer las cosas bien, pero me porté como una quinceañera, siempre apurándolo todo, presionando, queriendo todo en ese momento. Debí tener paciencia, respetar los tiempos, los ritmos, que son distintos de los míos.
"Nos conocemos muy poco" dijo, como si tratara de explicar que dos semanas no son suficientes para el amor, o el sexo. Y yo que he vivido años en relaciones donde viene primero el sexo y luego el amor. Y a veces el amor nunca llega.
Me duele, justo en medio del pecho, y tengo un nudo constante en la garganta. No es sólo porque tenga la certeza de que después de ese episodio ya todo se acabó, sino porque después de todo, sin importar cuánto lo intente, o cuántas cosas trate de hacer diferente, siempre llego a este punto, el cual hace que tiemble de miedo ante la única compañía de una página en blanco, esperando ser llenada de historias que pudieron haber sido.
Sin apodos, hoy sólo soy Connie.
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