La risa entiende un acto de expresión que de por sí es lo más ridículo que se puede expresar de uno mismo. Y es lo más hermoso también. Yace escondida cuando hay paz pero explota incontrolable en cualquier lugar, sin previo aviso ni contención. Reírse es doblegarse. Es vencer la muralla que cada uno se pone para proteger una insólita debilidad y que algo pueda ocasionar unos sonidos tan personales como extravagantes en las situaciones más diversas e impremeditadas. La risa te ablanda, te pone fofo con estruje de estómago, y a veces, osada, invade el terreno de la tristeza para robar unas lágrimas cuando el espamento simplemente no es suficiente. Así se transforma. Muta. Qué bizarro es reírse de amor si ni siquiera hay cosquillas en el medio? Cuan intenso es el dolor que no viene con hematoma? La risa y el llanto son los dos himnos extremos del humano como ser. Son los chromas que más primitivamente definen la situación de desborde que se pueda presentar. Pero aun así nadie va a reír en el dolor como lágrimas derramará cuando la carcajada brota sin cesar. Siempre que podamos llorar de felicidad significa que pudimos apagar la tristeza un poquito más tomando agua de su propio manantial. Esa es la esperanza innata por buscar a quién te hará reír hasta el final. Si podemos brindar con lágrimas de alegría es porque sabemos que el amor siempre triunfará contra lo que hace mal.

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